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Por Sergio Mabres. El espacio virtual se está volviendo peligroso. Las redes sociales, que deberían ser como las plazas de las ciudades (donde vamos a caminar, ver y que nos vean) están siendo concurridas por abusadores que maltratan a los más débiles, los tímidos y los diferentes.
En ese ámbito digital, muchos adolescentes sufren a diario bullying, a manos de sus pares.
El anonimato y la facilidad para escapar son factores importantes para el aumento de flagelos como el bullying. Sin embargo, hay una responsabilidad que no se está asumiendo. Los sitios y las redes sociales deberían proteger más a sus usuarios. Desde las más famosas Instagram, Facebook, YouTube, Snap Chat y Twitter, hasta otras menos populares como ASKfm, Omegle o IMVU.
La moderación es posible. Sólo hay que ponerse a la altura de la cantidad de usuarios que tiene cada red. Algunos sitios como Reddit y los grupos de WhatsApp (donde el que se extralimita puede ser eliminado) prueban que la moderación es factible.
Se han establecido vínculos entre el uso intensivo de las redes sociales (más de dos horas por día) y la salud mental de los jóvenes. Éstos son más propensos a reportar sensación de angustia psicológica, incluyendo ansiedad y depresión, por causa del bullying en las redes sociales.
Los casos y las formas se repiten. Por lo general, una persona que desea integrarse socialmente es el blanco de cargadas y agresiones de un grupo dirigido por un sociópata. Se burlan de su apariencia, de su físico, de su comportamiento, de su voz u otra característica de la persona. En una segunda etapa de ensañamiento los agresores difunden rumores falsos que la víctima tiene que soportar cada vez que está «en línea».
Cuando el bullying hace efecto, la persona puede mostrar los primeros síntomas. Deja de comer, sentir ansiedad y hasta pueden llegar a dañarse en los casos más graves. El efecto más común es la depresión. En principio, lo que la víctima debería hacer es bloquear a los agresores e informar a sus padres o a un adulto sobre la situación.
Los riesgos no acaban ahí. Son muchos y los padres deben prestar atención. Por caso, hay mayores de edad que se hacen pasar por niños para contactarlos y también contenidos inadecuados al que están expuestos los menores por falta de filtros o porque son compartidos por sus pares.
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