Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Rosa Bertino. No figura en ningún rating, pero todos hablan del «caso (Jorge) Suau». Es tema obligado toda conversación. Todos tienen algo que acotar. Mientras los perjudicados por CBI, piden la captura internacional de Enrique Rodrigo.
Más de uno se muestra consternado por el infausto deceso del integrante de una de las familias más queridas y respetadas de Colinas y Parque Vélez Sársfield. ❝No se puede creer, que el hijo del ‘Negro’ (Atilio) Suau haya muerto de esa forma❞ , repiten como una letanía.
Hasta la repite una mujer en la panadería del barrio. Y se persigna.
La noticia de la horrible muerte del financista, aparecida en La Voz del Interior el viernes 14 de febrero, fue rápidamente captada por los demás medios. El tema sacude a Córdoba por sus implicancias económicas y políticas, en particular por el manejo de dinero en negro por parte de empresarios y funcionarios, supuestamente acusados por Suau.
Sería bueno que alguien explique la pérdida de confianza en los bancos y cómo se podría recuperar, suponiendo que a los bancos les interesa. O indagar a partir de cuándo y cómo los argentinos nos volvimos adictos a la “plata fácil”.
Salvando las distancias, podríamos decir que hoy Córdoba tiene su «caso Ángeles Rawson». Los noticiarios le dedican un espacio central al supuesto homicidio disfrazado de suicidio (o a la inversa), que contendría un claro mensaje para el socio supérstite de la financiera.
Si bien en Buenos Aires se les va la mano con la participación de analistas forenses o policiales en todo caso que conmueve a la opinión pública, en Córdoba está haciendo falta uno. Este acontecimiento es un buen ejemplo. Sería interesante, por caso, conocer los pormenores de los delitos semitruchos o cuasilegales relacionados con la evasión impositiva, el lavado de dinero, o la simple y humana necesidad de conservar el valor del dinero ahorrado. Y sacarle alguna renta.
Sería bueno que alguien explique la pérdida de confianza en los bancos y cómo se podría recuperar, suponiendo que a los bancos les interesa. O indagar a partir de cuándo y cómo los argentinos nos volvimos adictos a la “plata fácil”. Éstas son sólo algunas facetas de un hecho de tintes mafiosos que atrapa a la opinión pública, porque tiene mucho que ver con ella.
Por desgracia, cuando llega el momento de producir documentales o ficciones, la pantalla chica argentina le tiene pavura a la realidad. Intenta vivir en la eterna burbuja de los adultos que nunca maduran, pero siguen apareándose y procreando. Ya ni siquiera se hacen ciclos como Tratame bien o El Puntero, en los que se atisbaba en la rutina familiar o el submundo barrial.
Sin embargo, la audiencia se inclina claramente por las telenovelas con historias reconocibles, como Pulseras rojas, Avenida Brasil (televisión brasileña) y Pablo Escobar, el patrón del mal (Colombia). La saga de la Red Caracol, basada en la nefasta existencia del “zar” de la droga y del cartel de Cali (cuya viuda e hijos residen en nuestro país), mantiene en vilo a los espectadores. Donde la pasan, es un éxito. Además de estar muy bien hecha y actuada, el argumento explora los meandros de un negocio que mata peor que un conflicto armado.
En varios aspectos, la Argentina dejó de ser un país de tránsito. Acá mismo se cocina droga, se cometen fechorías y la vida pende de un hilo. Buen material para una película/miniserie, ¿o no?