Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. El año 2015 trae grandes interrogantes para la Argentina. Los principales tienen que ver con la Justicia, la corrupción y el kirchnerismo.
¿Encontrará Cristina Kirchner un sucesor que le garantice impedir una ofensiva judicial que intentaría esclarecer el crecimiento descomunal de su fortuna?
Si no lo encuentra o no logra imponerlo en las urnas, ¿se resignará a dejar el poder, asumiendo el riesgo de quedar procesada por enriquecimiento ilícito?
❝Cuando la verdad es demasiado débil para defenderse, se tiene que pasar al ataque❞, escribió Bertold Brecht.
La ofensiva gubernamental contra el juez Claudio Bonadío y Margarita Stolbitzer, tras el allanamiento de la empresa Hotesur SA, sólo puede entenderse como ese ataque desesperado que lanza quien no puede defenderse con la verdad.
Obviamente, la cúpula kirchnerista sabe que la ofensiva contra los que quieren investigar agiganta la sospecha, en lugar de disiparla. Por lo tanto, si aun sabiéndolo, lanzaron semejante contraataque es para demostrar que no habrá investigación judicial de la fortuna familiar sin una guerra al todo o nada.
Cristina Kirchner necesita encontrar lo que encontró el fallecido presidente ruso Boris Yeltsin. El aparato de corrupción que había manejado su hija, Tatiana Yumásheva, era tan grande y visible, que Yeltsin tenía el trayecto asegurado desde el Kremlin a la cárcel.
Fortunas como las de Román Abramovich y Boris Berezovski se habían amasado turbiamente a la sombra del poder de Tatiana. Había demasiadas pruebas y demasiados enemigos de la familia Yeltsin como para que el presidente pudiera volver al llano sin atravesar un vía crucis judicial.
Pero Yeltsin encontró al ex espía Vladimir Putin y negoció promoverlo como sucesor, a cambio de que le garantizara impunidad cuando dejara la presidencia de Rusia. Y Putin cumplió con su palabra.
Lázaro Báez y Cristóbal López parecen los Berezovski y Abramovich de Néstor Kirchner. Ésa sospecha es la parte más oscura que su muerte dejó como herencia a su viuda y sus hijos.
Cristina Kirchner tiene un puñado de meses para encontrar a su Vladimir Putin. De encontrarlo, tendrá que imponerlo en las urnas, algo que no tiene para nada asegurado.
Por eso, flota sobre 2015 una pregunta inquietante. ¿Se resignará la Presidenta a enfrentar, desde el llano y sólo con “su verdad”, el tsunami judicial que ya comenzó a sacudirla?
Alguien en la Casa Rosada estará pensando, como mediador de una salida acordada, en el papa Francisco, tan preocupado siempre para que la Argentina llegue en paz al final del mandato de la actual jefa de Estado. Seguramente, Jorge Bergoglio sabe que es difícil un final en paz, sin una garantía de impunidad para el día después de abandonar el poder.