Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
La empresa Aguas Cordobesas celebró el cierre del programa “Construyendo Futuro 2024", con la...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. El kirchnerismo quiere borrar del almanaque el 18 de febrero. A través de Jorge Landau, el Gobierno mostró la jugada con la que intenta impedir la marcha por la muerte del fiscal Nisman. El apoderado del PJ advirtió que los magistrados que participen podrán ser recusadosen distintas causas que rocen al Gobierno, por haberse mostrado junto a la oposición. El argumento podría ser razonable si no lo hiciera una administración que ostenta convivencias promiscuas con funcionarios judiciales.
Desde la perspectiva del oficialismo, descalifica a jueces y fiscales que marcharán junto a dirigentes políticos, pero no descalifica la militancia activa y proclamada de los magistrados de Justicia Legítima. Del mismo modo que no descalifica a Alejandra Gils Carbó, que en el cumplimiento de sus funciones es una partidaria fervorosa del kirchnerismo. Sí, en cambio, ser apartados de causas los magistrados que marchen por la oscura muerte del fiscal Alberto Nisman.
¿Está bien que un miembro de la Corte Suprema muestre abiertamente su filiación kirchnerista, como lo hacía Eugenio Zaffaroni, pero está pésimo que cualquier funcionario judicial se exhiba en un acto del que participarán dirigentes opositores?
La Presidenta teme que la ola de fiscales y jueces que investigan a su gobierno se convierta en un tsunami que barra al kirchnerismo. Por eso busca, con advertencias que suenan a amenazas, que el 18F no deje la postal de una marea humana.
Sencillamente, ridículo. O, más precisamente, hipócrita. Tan hipócrita como cuestionar la marcha presentándola como una iniciativa de la dirigencia opositora.
El gobierno sabe que al 18F lo convocan fiscales y jueces. Sabe que la dirigencia política que va a marchar, simplemente adhiere y se suma a lo que impulsaron los funcionarios judiciales. Y eso es, precisamente, lo que más le preocupa.
A Cristina Kirchner no le preocupan los dirigentes políticos que encabezan la oposición. Lleva años ignorándolos porque los sabe carentes de una convocatoria masiva. Por eso su guerra es contra el Grupo Clarín, y ahora también contra la ola de magistrados que crece y avanza hacia las costas de su gobierno.
La Presidenta teme que la ola de fiscales y jueces que investigan a su gobierno se convierta en un tsunami que barra al kirchnerismo. Por eso busca, con advertencias que suenan a amenazas, que el 18F no deje la postal de una marea humana.