Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Aníbal Fernández tiene varios problemas en la antesala de las urnas. Por primera vez, un funcionario kirchnerista denunciado de algo grave, no puede culpar a “la derecha”, al Grupo Clarín y a las corporaciones. Tuvo que disparar su metralla verbal de grueso calibre en el interior de su propio espacio político, apuntando contra Julián Domínguez.
Pero sospecha, y con razón, que si alguien apretó las clavijas que debía apretar para que suenen denuncias que lo vinculan con la efedrina y el narcotráfico, ese ha sido Daniel Scioli. ¿Por qué? Porque el jefe de Gabinete tiene más aparato político y territorial que Domínguez para ganar la postulación a gobernador en las PASO, pero el diputado kirchnerista amigo del Papa acompañaría mejor que el brutal y siempre sospechado Aníbal la candidatura presidencial de Scioli.
Eh ahí el segundo problema de Aníbal: no puede atacar al candidato presidencial del FPV, porque, a esta altura de la carrera electoral, implica atacar a la única carta que tiene la presidenta para buscar una salida del poder con las espaldas cubiertas. Aquí aparece el tercero, y tal vez el principal, de los problemas de “La Morsa”: el largo silencio de Cristina se parece a una bajada de pulgar.
La presidenta ordenó a la dirigencia kirchnerista defender a su jefe de Gabinete de Ministros, pero su silencio habla más que esas defensas de compromiso.
Lo único a favor que tiene Aníbal es que la entrevista del programa de Jorge Lanata a uno de los acusadores, se realizó en la casa de Elisa Carrió. Siempre hay una negligencia opositora para aliviar algún viacrucis oficialista. Y en el oficialismo saben cómo tapar con una cuestión menor un escándalo de dimensión oceánica.
La dimensión del caso Aníbal Fernández, no está dada por la denuncia que acaba de aparecer, sino por el hecho de que arrastra la sospecha de vínculos con el narcotráfico desde que era intendente de Quilmes. Y siempre ocupó los cargos y posiciones que sirven estratégicamente a ese tipo de vínculos: presidente de un club de futbol (Quilmes) con barrabravas que, como todas las barrabravas, tiene miembros que trabajan para las mafias narcotraficantes. También estuvo en los ministerios que facilitan el control de la policía bonaerense, otro punto clave en el tablero narco.
Lo mismo le permitiría acceder al gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Por ese camino marchaba, cuando estalló esta mina anti-personal que habría sido colocada por alguien de su propio espacio político: el FPV.
Aníbal Fernández teme alguna negociación a sus espaldas, en la que haya sido entregada su cabeza.
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» 4/8/2015 | Anibalicidio, via Jorge Asís Digital.