Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en relación...
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Por Claudio Fantini. “Que se quieran más”, dijo José «Pepe» Mujica cuando, en el peor momento del conflicto por las retenciones a la soja, o sea de la profundización de “la grieta”, un periodista de Buenos Aires le preguntó qué mensaje le daba a los argentinos. La misma pregunta hizo una periodista chilena al papa Francisco, cuando sobrevolaban el territorio nacional camino a Chile. Pero el argentino no tuvo una respuesta. Y su país quedó esperando el mensaje que nunca llega.
El vocero del Vaticano había anunciado que el telegrama de rigor al presidente del país que sobrevuela, será especial en el caso de la Argentina. Gerg Burke usó la palabra “interesante”. Pero fue la típica salutación protocolar, en este caso a Mauricio Macri, ni siquiera traducida al español.
Por qué un ex presidente uruguayo encontró palabras adecuadas para un mensaje a los argentinos en un momento crítico, y un Papa argentino no encuentra las palabras para dirigirse a ellos y explicarles por qué aún no visitó su país.
La falta de respuesta a la periodista chilena en el avión que lo llevaba a Chile, es reveladora. Podrían existir razones entendibles; motivos que no tengan que ver con política y con la grieta que divide y enfrenta a los argentinos entre sí. Es la ausencia de mensajes y de explicación lo que va convirtiendo la demora de la visita en un enigma inquietante.
Si el Papa no pudo hallar un mensaje para sus compatriotas ni al redactar el telegrama ni ante la pregunta periodística, crece la suposición de que lo explica la postergada visita y el silencio deben ser una razón oscura.
Un Papa no italiano puede retrasar largamente la visita al país donde nació, vivió y realizó la mayor parte de su ministerio. Lo que no puede es dejar a sus compatriotas sin una explicación.
Ese silencio incomprensible alimenta especulaciones. Entonces, vuelve a la memoria de los argentinos la cara de enojado con que recibió a Mauricio Macri en el Vaticano. Y las alegres recepciones que le hacía a Cristina. ¿Es posible que una diferencia ideológica sea la razón?
Definitivamente, no. De ser por esa razón, no habría visitado Estados Unidos, ni el Paraguay gobernado por el liberal Horacio Cartes. Tampoco se explicaría la visita a Chile, el país de la economía más liberal o “neoliberal” para el gusto de populismos, nacionalismos e izquierdas.
Resulta absurdo pensar que Jorge Bergoglio decide sus visitas según su cercanía política con el gobernante de turno.
Por eso, mientras el Papa realizó su visita a Chile y Perú, la Argentina -que lo vió pasar por su cielo en avión y lo miró por televisión- sigue buscando una respuesta al enigma.
Mientras no se produzca la vista ni haya una explicación certera, el enigma crecerá y se volverá más inquietante y oscuro.