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  • “Farsantes” no es tan gay como pretende

    Publicado: 21/11/2013 // Comentarios: 0

    Por Rosa Bertino. Los argentinos tenemos una relación ambigua, con la  homosexualidad . Decimos una cosa, y pensamos o sentimos otra. Nos hacemos los “piolas”, pero, por dentro, nos aflige que un hijo salga  gay . Nos hacemos los duros, pero seríamos incapaces de castigarlo por ser distinto.

    Además, toda sociedad termina acostumbrándose a una realidad que la supera. Pero una cosa es la homosexualidad, en su humana dimensión, y otra cosa el lobby gay, como el Papa Francisco dice que no dijo aunque varios se lo escucharon decir. Una posición muy comprensible. Una cosa es tener uno, dos, cien gays en el clero y en la vida, y otra tener un clan que le hace la vista gorda a la pedofilia.

    Algo similar ocurre con los medios masivos en general, y argentinos en particular.

     

     ¿Farsantes en la sexualidad? 

    Farsantes es un buen ejemplo de “la homosexualidad que vende”. La tira de Pol-ka tiene excelente factura y merecido suceso. Gira alrededor de un estudio de abogados, comandado por Guillermo (Julio Chávez). Tanto ellos, como sus clientes quieren resultados, no importa cómo.

    Marcos (Alberto Casero) se asemeja a lo que el imaginario público conoce como “ave negra”. A poco de comenzar quedó claro que Guillermo es casado, pero dispuesto a asumir su condición de homosexual. Los hechos se precipitan cuando se enamora de Pedro (Benjamín Vicuña).  A partir de ahí, la publicidad de Farsantes empezó a girar exclusivamente sobre ese aspecto, cuando en realidad la trama sigue abarcando el oscuro y escurridizo mundo de la ley.

    A cada rato surge una “novedad” amorosa en la vida de Guillermo, quien intenta llenar el “vacío” que dejó Vicuña. Primero, apareció el profesor Franco (Guillermo Pfening) y pronto lo hará un gay de remate, encarnado por Nicolás Repetto. Las promociones lo muestran caracterizado y haciendo dudosas confesiones íntimas.

    La televisión tiene razón: la homosexualidad “vende”, cuando se la presenta con glamour y cierta morbosidad. En ese sentido, los medios han conseguido imponer algunas tendencias, pero de ninguna manera nos han vuelto más tolerantes. Esta es una realidad occidental, y cristiana.

     

     | Brasil penalizará la homofobia; Rusia, la alienta; Argentina, le coquetea 

    El ejemplo más claro es Brasil, con una masiva y calificada comunidad homosexual. Hace por lo menos 20 años que las telenovelas y programas tienen un “cupo gay”, tanto en argumentos como en intérpretes. Sin embargo, la homofobia va en aumento. Esta semana se vota un proyecto de ley (popularizado como PL 122) que establece penas gravísimas contra los que maten o agredan a homosexuales. Desgraciadamente, es como creer que la figura del femicidio terminará con los delitos contra mujeres. Las razones son mucho más profundas.

    En el otro extremo, Rusia decidió penalizar a quienes “hagan apología” de la homosexualidad. Dicen que es tolerada, pero no alentada. Máxima y Guillermo tuvieron que pedirle garantías a Putin, para visitar Moscú, porque Holanda “instiga” la cultura gay.

    Obviamente, Argentina está más cerca de Brasil que de Rusia. No prohibimos ni reprochamos la diversidad. Simplemente coqueteamos con ella. 

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    ¿Quién la tiene más chica? (a la mente, por supuesto).

     


     

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