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Por Juan Turello. Cristina Kirchner congregó a una multitud bajo la lluvia para hablar a grandes rasgos del pasado, con cifras polémicas. Además, volvió a cargar contra el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al igual que Néstor Kirchner, la vicepresidente tiene una obsesión con el Fondo en sus charlas «magistrales» o en sus discursos, que no aportan nada nuevo, señala mi nota en La Voz. Sergio Massa se fue a China a buscar yuanes (dólares, en definitiva).
El ahora elevado déficit fiscal ya no se puede financiar con deuda externa, apenas con deuda local a tasas exorbitantes, y con emisión.
Cristina Kirchner no quiere que el FMI le ponga límites en los gastos del Estado, pero nadie financia el elevado déficit.
El problema es que no hay financiamiento para un Estado que es el doble del que existía hace 20 años. Y la emisión sólo genera más inflación y, por ende, más pobres e indigentes.
¿La apelación de Cristina Kirchner contra el FMI es para la tribuna?
El kirchnerismo siempre buscó un enemigo político en los malos momentos. En este caso, además, le sirve para quitarle una bandera a la izquierda.
Este sector político siempre rechazó al Fondo y el pago de la deuda, por una concepción ideológica de negación del mundo capitalista que funciona bajo su ordenamiento.
La legisladora provincial Luciana Echevarría (MST) había planteado “suspender los pagos al FMI”, horas antes de la apelación tribunera.
Argentina no puede prescindir del Fondo salvo que decida sumergirse en un caos económico indescifrable.
Romper con FMI implica caer en default, con una economía estancada, sin inversiones, sin crédito internacional y con una inflación entre las más altas del mundo.
Por eso, Sergio Massa -el único del palco de invitados que no aplaudió la frase de Cristina Kircher- está empeñado en obtener 10.200 millones de dólares que el FMI debe entregar en el segundo semestre.
En realidad, se trata de un asiento contable, ya que es el monto que debe pagar el país de la deuda renegociada por Martín Guzmán.
Massa pretende usar una parte para atender la demanda del mercado local, sin acudir al recorte del gasto y a una devaluación que lleve el dólar oficial a 300 pesos. El miércoles cerró a 245 pesos; la actualización sería de 22%.
El viaje a China puede ser una rueda de auxilio para el comercio bilateral; los kirchneristas, en cambio, lo ven como el eje de una nueva alianza económica para la Argentina.
El último anuncio de Massa para alentar el consumo de la clase media con el aumento del límite de compra para las tarjetas resultó un fiasco.
La medida no será aplicada por una resolución de Economía, sino por los bancos en función del historial crediticio del titular del plástico.
La actividad comenzó a dar señales de estancamiento. En marzo, avanzó apenas 0,1% sobre febrero, informó el INDEC.
Para la consultora Orlando Ferreres, la industria se estancó en abril respecto de marzo. Luis Macario, titular de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), advierte que el sector está trabajando al límite.
La sociedad está imponente ante los actos que exaltan el pasado y el personalismo de su protagonista; de las peleas por los cargos en la oposición y de la interna partidaria.
¿Quién se encarga de transmitirles esas señales a los que usan las tribunas? En esos discursos, hay poco de soluciones concretas.