Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. La pareja del poder en la Argentina descargó su furia sobre la Justicia y la oposición. Ese volcán de críticas colocó en un segundo plano lo positivo de una cierta recuperación en la actividad económica, señala mi nota en La Voz.
Más allá de los ataques a la Justicia y el debate sobre la deuda, el consultor Jorge Giacobbe sostiene que las tres principales preocupaciones son la inflación, la inseguridad y la corrupción/privilegios en el poder.
Alberto Fernández inauguró las sesiones ordinarias del Congreso con un ataque inédito -en un acto de esas características- contra los jueces; anunció proyectos que se diluyeron en horas y embistió contra Mauricio Macri por el endeudamiento de la Argentina.
Pocos días después, Cristina Kirchner completó la ofensiva contra el expresidente y contra la Justicia, pese a su procesamiento en 11 causas.
El consultor Jorge Giacobbe sostiene que las tres principales preocupaciones son la inflación, la inseguridad y la corrupción-privilegios en el poder.
La reforma judicial y la deuda externa no están dentro de las inquietudes en una población en la que el 40 por ciento está por debajo de la línea de la pobreza -uno de cada cuatro de ellos vive en la miseria-, y en la que la falta de seguridad golpea en los barrios más acomodados y en los más humildes.
Los ataques del Presidente y de la vicepresidenta no son gratuitos. En el mundo más desarrollado causan asombro y colocan a la Argentina en la lista de países de riesgo para invertir.
La furia opacó el dato de que la industria se recuperó 4,4% en enero y que la construcción repuntó 23,3%. Ambas actividades están por encima del nivel prepandemia.
Eduardo Accastello, ministro de Industria de la Provincia, cree que el sector automotor y el anillo autopartista crecerán al menos 20% en relación con 2020.
Fernando Sibilla, secretario de Industria de la Provincia, le pone números al optimismo oficial: Fiat prevé ensamblar 70 mil Cronos en comparación con las 35 mil unidades que despachó un año atrás; Iveco, de estar paralizada, llegaría a producir 3.800 unidades; Nissan pasará de 11 mil pick ups a 26 mil (sumadas Frontier y Alaskan); Renault entregará 28 mil vehículos y la planta de cajas de transmisión de Volkswagen sigue siendo “un relojito”.
Accastello no ocultó su entusiasmo por los anuncios en Córdoba del secretario de Industria de la Nación, Ariel Schale, quien -ante directivos de terminales y autopartistas- esbozó tres proyectos de ley.
Esas iniciativas incluirán desgravaciones y bonos fiscales para quienes realicen inversiones; para el lanzamiento de nuevos vehículos y para las automotrices que efectúen exportaciones adicionales a las de 2020. El futuro régimen incluirá a los autopartistas.
“Cuando llegamos, estaba todo paralizado”, enfatizó Schale, tras dialogar con una treintena de directivos del sector automotor. Y defendió el precio de los autos en dólares.
El valor de los alimentos es, por contrapartida, un dolor de cabeza para los consumidores.
Los alimentos subieron 4,48% en febrero (4,62%, en enero), según el Centro de Almaceneros y Autoservicios de Córdoba. La inflación fue de 3,6%. El relevamiento de La Voz en los supermercados dio 3,9%.
Las consultoras a nivel nacional coinciden en que la suba de precios estará entre 3,3 y 3,6%, pero los alimentos se ubicarán por encima del cuatro por ciento.
El golpe al bolsillo se siente en el consumo. En febrero, cerraron 107 locales entre almacenes y autoservicios, más de mil en un año.
A nivel provincial, las ventas cayeron 8,9% en febrero, según la Federación Comercial (Fedecom). La seguidilla de retrocesos suma 36 meses.
El Gobierno nacional insiste en la estrategia de revisar los costos de producción, de logística y de ventas, pero descuida otros aspectos.
Entre ellos, el peso de los impuestos, en especial, los que afectan al consumo (IVA e Ingresos Brutos); los reclamos gremiales (hubo pérdidas en lácteas y frigoríficos por bloqueos); la limitación y la faltante de insumos importados; la demanda de China y la expectativa de que luego de las elecciones se romperán los diques de contención.
La furia tapa el bosque de la incipiente recuperación y resta fuerzas al trabajo en los temas de fondo.