Por Claudio Fantini. En la antesala de una guerra urbana en Gaza, la ventaja la tiene “el dueño del tiempo”. En otras palabras, la fuerza que posee la decisión de iniciar el combate armado.
En este caso, el dueño del tiempo es el ejército israelí. El mando militar judío es el que decidirá el momento, mientras que Hamas y la Jihad Islámica Palestina (JIP) esperan agazapados en las urbes de la Franja de Gaza, donde se librará la guerra.
En esas ciudades, Hamas y JIP ya montaron un dispositivo con francotiradores, guaridas, terrenos minados y comandos listos para contraatacar. Es decir, prepararon la emboscada.
Según ese plan, cada urbe gazatí será como Faluya, la ciudad iraquí donde las tropas norteamericanas quedaron atrapadas (en un infierno de balas) cuando entraron persiguiendo a jihadistas de ISIS en 2004.
Ese es el plan, convertir a Gaza y a otras ciudades de la Franja en trampas mortales, pero recién podrá funcionar cuando ingresen las tropas israelíes. Mientras tanto, el tiempo pasa.
Por dos razones que se complementan.
La primera es que, la demora de una acción militar desgasta más a quién sólo puede esperar, mientras que favorece a quien está en posición de “dueño del tiempo”.
“El ‘dueño del tiempo’ es el ejército israelí”
Mantener la guardia en alto ante una embestida que se presenta como inminente pero demora su comienzo, insume energías de quienes esperan agazapados que el enemigo inicie la invasión.
El ingreso de esas tropas se convierte en una espada de Damocles que tarda en caer, pero debe ser esperada con la guardia en alto y en tensión constante. La fuerza que espera no puede relajarse, mientras que la “dueña del tiempo” sí.
La demora, entonces, colabora con el desgaste de los jihadistas atrincherados en las urbes gazatíes, mientras cumple otra función de altísimo valor: alumbrar un plan de acción que verdaderamente sorprenda a Hamas y también al mundo.
Después del pogromo sangriento perpetrado en territorio israelí, esta vez, y a diferencia de los esporádicos conflictos entre Israel y Hamas, la embestida debe procurar la destrucción total de las dos organizaciones terroristas que controlan la Franja de Gaza, sin ser funcional a la estrategia diseñada por Qasem Soleimani, el general iraní al que desintegró un misil norteamericano cuando llegaba al aeropuerto de Bagdad para volar hacia Teherán.
Soleimani, el finao jefe de la Fuerza Quds creó un dispositivo que está listo para que los estados árabes se vean obligados a atacar a Israel.
Israel no puede repetir operaciones como Plomo Fundido y Borde Protector, que cumplieron metas limitadas a un precio altísimo en daños colaterales y que, a su vez, son el cincel por el cual Hamas talla su imagen como “país asesino de árabes y destructor de sus hogares, escuelas y hospitales”.
Es de suponer que el alto mando militar israelí y también la clase dirigente de ese país, han tomado nota del costo que han tenido sus incursiones en territorios árabes.
La “Operación Paz en Galilea” que comandó el general Ariel Sharon en 1982, llevó el ejército israelí a Beirut y expulsó del Líbano a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y su líder, Yasser Arafat. Pero mientras ocupó la capital libanesa ocurrieron brutalidades, como las masacres en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, que aunque fueron perpetradas por las falanges cristianas (los maronitas eran aliados de Israel), pudieron concretarse porque Sharon miró para otro lado, permitiendo que ocurriera algo que no debió haber ocurrido.
De hecho, Hezbolá fue creado ese mismo año, a raíz de la incursión israelí en el Líbano. Cabe recordar que, hasta ese momento, la comunidad chiita libanesa tenía una sola milicia, Amal, que lideraba Nabih Berri y actuaba estrictamente dentro del marco de la guerra civil que ensangrentaba al Líbano desde 1975.
La invasión israelí en el Libano sembró el odio que hizo nacer a Hezbolá, una maquinaria fanática y criminal que hasta hoy amenaza a los israelíes.
“Hezbolá es una pieza crucial en los planes de Irán contra Israel”
Hezbolá es una pieza crucial en los planes de Irán contra Israel, junto con las milicias proiraníes de Siria, las milicias hutíes en Yemen y las dos organizaciones terroristas que imperan en Gaza: Hamas y JIP.
Por eso es de suponer que, esta vez, habrá un plan de acción tan novedoso como lo fueron las tácticas y estrategias de Moshé Dayán en la Guerra de los Seis Días. Una operación que sorprenda tanto al mundo como la que liberó en Entebbe a más de cien civiles israelíes, secuestrados por terroristas que desviaron un avión hacia el aeropuerto de Kampala, la capital de Uganda, por entonces en manos del lunático y sanguinario Idi Amín.
El plan de Israel deberá ser verdaderamente extraordinario para no activar el dispositivo que dejó armado el general Soleimani.
Tal vez la tensa espera que drena energías a Hamas tenga que ver también con la búsqueda de ese plan.
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