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Por Claudio Fantini. ¿Cuál de las reacciones refleja la esencia del acuerdo entre EE.UU.-Irán? ¿El optimismo de los gobiernos que negociaron con Irán o el escepticismo de israelíes, kuwaitíes, sauditas y qataríes? ¿O se trata de un engaño de Teherán a sus ingenuos interlocutores?
El acuerdo tiene cuatro puntos clave que parecen justificar la mirada optimista:
● Irán enriquecerá uranio sólo al 5%.
● Lo anterior, resulta insuficiente para elaborar bombas atómicas.
● Neutralizará el uranio ya enriquecido al 20%.
● No instalará nuevas centrifugadoras.
De poco servirían estos puntos, si los iraníes siguieran dificultando las inspecciones de la OIEA, como tantas veces lo hicieron en el pasado. En ese caso, sería letra muerta porque no podría ser corroborado. Pero no será de ese modo, porque el acuerdo incluye un serio compromiso a facilitar las inspecciones que verificarán el cumplimiento del pacto.
Así las cosas, se trata de un acuerdo importante, que justifica el optimismo de las potencias firmantes, aunque se entienda el pesimismo de quienes se sienten en el blanco de un hipotético ataque nuclear iraní. Si la intención de Irán es, como parece, cumplir verdaderamente los compromisos asumidos, se trata de un punto de inflexión en la historia de la revolución islamista.
El presidente reformista Hassán Rohani, que enfrentó en las urnas a los favoritos de los ayatolás, hizo campaña prometiendo un acuerdo nuclear que liberase al país de las sanciones económicas y del aislamiento internacional. La debacle de la economía persa está a la vista. Los gobiernos fanáticos y apegados al legado del ayatola Jomeini, como el de Mahmud Ahmadinejad, no sirvieron más que para profundizar la decadencia económica y social del pueblo persa.
El cambio de posición en la cuestión nuclear es parte de un cambio de posición en los ejes políticos y económicos de la República Islámica.
Rohaní despierta confianza en Estados Unidos y Europa porque tiene un enfoque pragmático en todas las áreas. De hecho, el acuerdo sobre el proyecto nuclear iraní es el primer acuerdo entre Washington y Teherán desde la toma de la embajada norteamericana, con la cual el ala dura del jomeinismo frustró, en 1979, el intento de entendimiento que maniobraban el entonces primer ministro Mahdi Bazargan y el consejero norteamericano de Seguridad, Zbigniew Brzezinski.●