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Por Claudio Fantini. El paso de Alberto Fernández por Portugal y su reunión con el primer ministro, Antonio Costa, para informarse sobre el llamado milagro portugués, parecen insinuar que el candidato del Frente de Todos propone esa vía para la Argentina. Pero, ¿de qué se trata el «milagro portugués»? Repasemos qué sucedió y cuál fue la actitud de la dirigencia política.
Al debate generado en la Argentina le faltan dos preguntas clave para entenderlo: ¿hubo un milagro portugués? Y, en caso de que así sea, ¿cuál fue exactamente ese milagro?
Se trata de las políticas que sacaron a Portugal del pantano recesivo que comenzó en 2008 y tuvo en ese país ibérico la misma demoledora intensidad que también se registró en Irlanda, en Grecia y en España. Esta crisis dio origen a lo que se conoció –en tono despectivo- como la crisis de los PIGS («cerdos, en inglés), por las siglas de los países (Portugal, Ireland, Greek, Spanish).
El llamado milagro portugués sería la salida del ajuste que condujo el gobierno de centroizquierda a partir del 2015, bajo el liderazgo de una amplia coalición, que incluyó al Partido Comunista.
Lo que suele mencionarse como milagro portugués fue, en los hechos, un durísimo ajuste, que incluyó fuertes reducciones de los salarios, recortes de jubilaciones y pensiones, suspensión del aguinaldo y aumento de impuestos, con reducción de aportes en áreas cruciales como la salud pública, entre otras medidas que acompañaron grandes desembolsos de la llamada “troika” financiera: el Banco Central Europeo (BCE), Consejo Europeo y el FMI.
A ese durísimo ajuste lo aplicó el gobierno conservador de Pedro Passos Coelho, que, tras las elecciones de 2014, cedió el lugar a un gobierno de centroizquierda.
La pregunta sería ¿hubo un “milagro portugués”, siendo que el camino hacia la salida de la crisis incluyó un tremendo sacrificio de la sociedad?
Mi respuesta personal es que “sí”, hubo un milagro portugués. Pero éste no estuvo en el camino económico que transitó Portugal para superar la crisis iniciada en Estados Unidos con la quiebra de Lehman Brothers, sino en la senda política por la que avanzó una clase dirigente que actuó con gran responsabilidad y eficiencia.
El duro ajuste que aplicó la centroderecha no dio lugar a bicicletas financieras ni facilitó tipos de especulación desmedida como las que se han visto y se ven en la Argentina en los últimos años.
La salida del ajuste que lleva adelante el Partido Socialista, con la participación del PC y del Bloque de Izquierda, se dio desde 2015, sin populismo.
La gestión de Antonio Costa, con gran eficacia y seriedad, va recomponiendo salarios, jubilaciones, aguinaldos, pero sin incurrir en medidas que pongan en riesgo las principales variables de la economía.
En la Argentina, la etapa dura del ajuste careció de la eficiencia que impidiera enriquecimientos con bicicletas financieras y otras formas de especulación, mientras sectores mayoritarios padecen penurias.
Falta ver si la salida del ajuste no vuelve a derrapar en populismo y demagogia, como ocurrió con el ajuste realizado por Eduardo Duhalde y Jorge Remes Lenicov, del cual Roberto Lavagna comenzó a salir con los cuidados necesarios. Tras su partida del Ministerio de Economía y, en especial, en los dos mandatos de Cristina Fernández, la Argentina derrapó hacia el populismo que volvió todo para atrás.