Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Juan Turello. En el reclamo, no hay grietas. Los ciudadanos, las familias y las empresas han solicitado a coro en los últimos días una baja en los impuestos, sean estos nacionales, provinciales o municipales, señala mi nota en La Voz.
La grieta en este caso subyace sobre a qué se destinan y cuál es el tamaño del Estado que estamos dispuestos a sostener con nuestros ingresos. Repasemos.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) señala que el día de la independencia tributaria para una persona que tiene ingresos mensuales netos de hasta 33.250 pesos se produjo recién el 28 de junio. Para quienes poseen ingresos por encima de esa cifra, aún deben pasar más días para lograr la ansiada liberación.
Si el cálculo se traslada al valor de la hora trabajada, se necesitan 29 minutos y 31 segundos para el pago de impuestos.
Se necesita casi medio año de trabajo o casi la mitad de una hora laboral para cumplir con todos los impuestos que el Estado exige a los contribuyentes, según IARAF.
Esta carga surge a través de impuestos directos sobre automotores, inmuebles, a las Ganancias y a los Bienes Personales, entre otros, e indirectos, por las compras que incluyen IVA, impuestos internos, Ingresos Brutos, entre los de mayor impacto.
Otros informes indican que el argentino destina 60% más que sus pares latinoamericanos para liberarse de la carga que exige el Estado para sus funciones, subsidios o para asumir el quebranto de las empresas públicas.
La asfixia impositiva que sufren las familias también alcanza a las empresas de distintos rubros. En los últimos meses, los industriales (UIC), los comerciantes (Cámara de Comercio) y los desarrollistas (Ceduc) cuestionaron el peso del Estado sobre sus ingresos.
El campo sostiene que el aparato oficial se queda con el 57% de la renta agraria, estima la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (Fada).
La queja iguala a todos, que reclaman una disminución de la presión tributaria para ser competitivos, esto es, para exportar a precios convenientes y afrontar la competencia externa. Más aún cuando la Argentina y Brasil se embarcaron en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, que supondrá –en 10 años- una dura competencia para la producción industrial, en especial de textiles, de ciertos alimentos y de productos electrónicos.
Brasil parece ir adelante en esa carrera, ya que el riesgo país es prácticamente la mitad del de la Argentina (el financiamiento será más barato); la carga impositiva a las exportaciones es la mitad y el gobierno está avanzando en las reformas previsional y laboral, que nuestro país no puede destrabar.
La estabilidad macroeconómica es clave para comenzar a discutir estos temas, pero el oficialismo y la oposición –en especial el kirchnerismo- tienen visiones distintas sobre el rol del Estado. Por ende, del nivel de impuestos que hay que pagar para sostener el aparato público.
La crisis en el transporte urbano e interurbano es sólo una muestra de ese frente de batalla. Por cuestiones electorales, la administración de Mauricio Macri mantuvo buena parte de los subsidios al transporte en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), pero los recortó a cero para el interior.
Los empresarios del autotransporte de pasajeros aducen que la quita de los subsidios y los aumentos en el combustible (gasoil) y en los salarios (desde junio se incrementaron 7,5% ), junto a una caída en el número de boletos cortados, los coloca en la insolvencia. Un grupo de empresas provinciales y urbanas de Río Cuarto, de Villa María y de Villa Dolores no pagaron la totalidad de los sueldos.
Los tomadores de créditos UVA reclaman ahora un subsidio nacional para afrontar las cuotas. Ese dinero saldría de los bolsillos de todos los contribuyentes.
En la elección presidencial, los argentinos decidirán con su voto cuánto Estado pretenden para la organización social, qué actividades deben ser subsidiadas, cuántos empleados públicos deben efectuar las tareas y si sus remuneraciones alcanzan a ser pagadas con los impuestos.
La grieta sobre los impuestos está incluida en el voto.