Por Sebastián Turello. Los Turello, junto a otros periodistas, visitó la planta de fabricación...
Autoridades del IAE y de Banco Macro, en una ceremonia conducida por la periodista Verónica...
Junto a las señales positivas de la economía en las últimas semanas, en especial, en el mercado...
Por Juan Turello. El buen momento de la Argentina en los mercados financieros y las palabras de...
El Grupo Sancor Seguros fue nuevamente protagonista en los Premios Prestigio al lograr...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Claudio Fantini. No sólo Irán tiene una policía de la moralidad. También Arabia Saudita y las demás monarquías oscurantistas del Golfo Pérsico cuentan con ese cuerpo represor, para cercenar las libertades más elementales de las mujeres, golpeándolas o apresándolas en la vía pública, por lo que consideran vestir de manera indecente.
La respuesta fue, como siempre, la represión. Las manifestaciones persistieron y apuntaron a la máxima autoridad del país, el ayatola Alí Jamenei.
Pero, en la medida en que los manifestantes se mantengan en las calles, irá aumentando la respuesta represiva.
Hasta ahora, en Irán la represión siempre terminó sofocando las protestas. En 1999, cuando la cúpula religiosa del régimen clausuró el diario Salam, estallaron protestas multitudinarias.
Salam es un diario disidente reformista que responde al movimiento de Mohamad Jatami, quien era el presidente, pero nada pudo hacer contra la criminal represión de los Basij.
El fraude perpetrado en 2009 volvió a detonar masivas y persistentes protestas.
Si la cúpula religiosa pudo efectuar represiones contra los reformistas, cuando había un gobierno reformista, ahora que cuenta con un ultrareligioso en la presidencia, Ebrahim Raisi, el régimen tendrá un obstáculo menos para aplastar a sangre y fuego las manifestaciones.
Es posible que la represión vuelva a imponerse, pero no hay que descartar que algunos de estos estallidos termine derribando al ayatola Jamenei.
La sola existencia de una “policía moral” revela un régimen totalitario.
Las democracias liberales tuvieron épocas de oscuros conservadurismos en los que el Estado se arrogaba el rol de custodio de la moral y sus agentes policiales podían “llamar al orden” o, incluso, detener a una pareja por besarse en la vía pública.
Las dictaduras latinoamericanas prolongaron la sobrevida de aquellas violaciones autoritarias de la privacidad.
Sin embargo, resulta desopilante y atroz que en la actualidad haya un régimen que cuenta con una policía de la moralidad.
Los “agentes morales” de la República Islámica de Irán detuvieron a una joven por llevar el hiyab de manera que la “ley del velo” considera inadecuada.
Mahsa Amini -el emblema de las actuales protestas- murió por los golpes recibidos desde que la cargaron en el vehículo de la policía moral.
El asesinato se cometió en cumplimiento de una normativa misógina y delirante: la que prohíbe a la mujer, desde los 7 años, salir a la calle sin el velo, tapándose todo el cabello y con los brazos y piernas totalmente cubiertos.
Mahsa caminaba por Teherán con mechones de cabello escapando del hiyab. La detuvieron por “tener mal puesto” ese pañuelo. Por esa razón, le propinaron los golpes que la mataron.
Esa muerte injusta y absurda detonó protestas masivas, contra la legislación que establece penas de prisión, latigazos o multas contra las mujeres que la transgredan.
Pero fueron más allá y reclaman también la caída del “dictador” religioso Alí Jamenei.