Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. La clásica imagen de los tres monitos (uno, no escuchar; otro, no habla y el último, no ve) parece reflejar también lo que sucede con la economía, señala el comienzo de mi nota dominical en La Voz del Interior. ¿Cómo se reflejan en esas tres figuras el Gobierno, la oposición y la sociedad?
El gobierno de Cristina Kirchner no escucha ni la más mínima advertencia sobre errores de política económica. Sólo un botón de muestra: anunció medidas para el financiamiento de las pequeñas y medianas empresas (PYME), que deberán concurrir al mercado de capitales. Pero el ministro Axel Kicillof no atendió los reclamos del sector.
No contempló una rebaja de impuestos (incluidas las contribuciones patronales, que permitiría mejorar el empleo y la competitividad en este sector). Las PYME afrontan tasas que hasta triplican la inflación oficial -15% en los 12 últimos meses- para pagar en término aportes y contribuciones patronales (el famoso Formulario 931). Tampoco se incluyó la desgravación de ganancias a cambio de inversiones ni costos laborales diferenciados.
El Gobierno no escucha; los candidatos no hablan de lo que vendrá y la sociedad no tiene una visión común de desarrollo
Los principales candidatos no hablan del ajuste que deberán afrontar para corregir los desfases que esconde el “iceberg”, como lo define el economista Marcelo Capello (Ieral).
El consumo se recuperó 1,2% en el primer semestre, según la consultora Kantar Worldpanel, por incidencia del aumento paritario y las ventas en cuotas.
En la parte más profunda del iceberg, sin embargo, se esconden un déficit que superó los 107 mil millones en los primeros siete meses, con una proyección de 250 mil millones para el año; el atraso cambiario (la brecha entre el dólar blue -15,53 pesos el viernes- y el oficial -9,30- llega al 67%; el estancamiento de la industria y el retroceso de las exportaciones en los últimos dos años.
China devaluó 5%, mientras que las monedas de Asia retrocedieron en promedio 15%. El impacto mayor fue en Brasil, 35% cayó el real, y en otros países emergentes. El temor es la caída del poder de compra de las familias chinas, que tienen depositado el 15% de su riqueza en las bolsas chinas. Desde su máximo en junio, bajaron 55%. Si consumen menos, caerá el valor de las materias primas.
De esto, los candidatos no hablan. Si dijeran la verdad, los votantes huirían espantados, aunque más temprano que tarde la economía pasará su factura por el desequilibrio de los precios relativos.
La protesta del campo los puso negro sobre blanco. Por un kilo de trigo un productor recibe 40 centavos, mientras que el kilo de pan se vende a 20 pesos; por uno de maíz, 45 centavos (la polenta, a 20); por uno de girasol, 1,20 peso (el aceite, a 14); uno de algodón, 1,30 (un jean vale 600 pesos); uno de carne, 16 (en la carnicería, 80); uno de arroz, 2 (en góndola, 18); uno de yerba, 8 (en góndola, 50) y por un kilo de manzana, un productor cobra 1,20, mientras que se vende a 20 pesos promedio.
El último monito, el que no ve, representaría a la sociedad que en 32 años de democracia no pudo acordar una visión común del país. Aún se discute estatismo o privatizaciones; campo versus industria; mercado interno o externo; inflación o no; déficit o no. Un siglo atrás la Argentina estaba entre los más desarrollados, hoy sigue discutiendo “el agujero del mate”, como dijo un economista angustiado por esas contradicciones, que los países de mayor crecimiento (Chile, Colombia, Brasil y Perú) ya resolvieron.