Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los candidatos dicen poco; sólo sonrisas y palabras simpáticas para todos y todas. Y no dejan de sorprender: los que ayer estaban juntos para la foto, hoy se pelean; los que criticaban la candidatura del otro, hoy prometen votarlo.
¿Por qué los presidenciables no hablan de cómo van a solucionar los problemas de la economía?, señala el comienzo de mi nota dominical en La Voz del Interior.
Inflación entre 24 y 30% (entre las tres más altas del mundo); empleo estancado (en los últimos años sólo se crearon puestos de trabajo en el sector público); la industria cae desde hace 22 meses; las exportaciones retroceden y un déficit que llegaría este año a 250 mil millones de pesos. Es el 6% de lo que la economía argentina producirá este año; peor que cuando se produjo la caída de la convertibilidad.
¿Por qué no hablan? Porque no hay soluciones fáciles para esos desafíos y cualquier palabra puede espantar a los votantes. Gabriela Michetti, candidata a vicepresidenta por el PRO, dijo que había que arreglar con los fondos buitres. Un funcionario de Daniel Scioli habló de rebajar las retenciones. Se descargaron contra ellos, pero pocos dicen por dónde practicarán la cirugía para reducir el rojo furioso de las cuentas públicas.
Es el desafío que les tira Cristina Kirchner en cada una de las cadenas semanales. Pero ella también oculta que es el Gobierno el que acumuló desajustes. La Presidenta elogia cada gesto y palabra del papa Francisco (ayer se vio otra vez con él; seis veces en dos años), pero pone a un costado el pedido de la Iglesia de luchar contra la pobreza y el narcotráfico, que golpean a los más humildes de nuestro país, no a los de Grecia ni de Alemania.
Es cierto que la economía global tiene turbulencias: tras mucho protestar, el griego Alexis Tsipras decidió emprender el ajuste: subirá el IVA, ajustará las pensiones y privatizará. En China, las acciones cayeron más de 30% en un mes. Ese “efecto pobreza” puede afectar el consumo de la clase media. Los precios de la soja y sus derivados –lo más exportable de la Argentina- dependen de la demanda china.
Una campaña sin grandes definiciones y la elevada emisión (inflación) alientan el blue, pese a la “inteligencia” oficial
La inflación se moderó, pero aún está en niveles inviables. La enorme inyección pesos para atender el déficit del Estado o va a precios o al dólar. En el primer semestre, la emisión destinada a financiar el sector público creció 77% en términos interanuales (44.027 millones), apunta Nadin Argañaraz (Iaraf).
Ante la incertidumbre política, los ahorristas comenzaron a refugiarse en el dólar (blue o bonos). La Presidenta ordenó “inteligencia” para prevenir un golpe de mercado. Van a perseguir a empresas o grupos económicos no afines al oficialismo, que se dolaricen. Ya se comprobó que militantes K también ahorran en dólares.
Las ventas en los súper de Córdoba –medidas en unidades- cayeron entre 3 y 5%, afirma Benjamín Blanch (Cámara de Supermercados). Para Rubén Martos (Fedecom), la recuperación en el comercio es sólo un tercio o la mitad de la caída que se produjo en meses similares de 2014.
La “inteligencia” ya puede elaborar la primera conclusión de su flamante tarea: la incertidumbre aumentará hacia el 25 de octubre si la sensación colectiva no encuentra un candidato con ideas claras y respuestas a los problemas actuales.