Por Claudio Fantini. El totalitarismo nació y llegó a su mayo esplendor en el siglo 20. Sus máximos exponentes fueron la Unión Soviética y la Alemania nazi. Tras la Segunda Guerra Mundial, el marxismo-leninismo fue la matriz que moldeó ese tipo de regímenes.

Mi definición sobre totalitarismo es “la dictadura absoluta”. De tal modo digo que no toda dictadura es totalitaria y que todo totalitarismo es dictadura. También está claro que en el siglo 20 un sistema era totalitario o no lo era. Los regímenes no totalitarios podían ser dictaduras o democracias.

■ Corea del Norte: en la actualidad, sobreviven algunos totalitarismos a modo de últimos mohicanos. Por ejemplo el régimen de Corea del Norte, que fundó Kim Il Sung y hoy lidera su nieto Kim Jong Un. Pero el fenómeno de este tiempo es que hay sistemas no totalitarios que usan elementos e instrumentos del totalitarismo.

■ Venezuela: su presidente, Nicolás Maduro, acaba de anunciar la creación del viceministerio de la Felicidad. El absurdo era un rasgo de todo régimen totalitario, y burocratizar la felicidad es sencillamente absurdo. No es el único instrumento totalitario que implementa el chavismo. Sin embargo, la Venezuela chavista no es totalitaria, sino una democracia delegativa, que también puede llamarse régimen mayoritarista.

■ Estados Unidos: El espionaje masivo y global a través de la red es un instrumento totalitario, en este caso implementado por un Estado de Derecho. Y no es la única práctica totalitaria usada por Washington. Guantánamo, la tortura en aviones, en barcos, etcétera, también violan la esencia del Estado de Derecho.

■ Argentina: Otro ejemplo de instrumentos totalitarios utilizados en sistemas democráticos está en la Argentina. Lo que tan sísmicamente denunció el actor y músico Alfredo Casero es una modalidad de censura engendrada en los totalitarismos nazi y comunista del siglo 20: la existencia de un aparato de difamación que, desde los medios abiertos y en la Web, se dedica a mancillar la imagen pública de quien contradice el discurso oficial, denuncia corrupción o critica al Gobierno.

La censura ya no es como en las viejas dictaduras, en las que el tirano prohibía la libertad de expresión. Ahora, se usa la creación totalitaria de fumigar el honor y el prestigio del que disiente, para intimidarlo e intimidar a todo aquél que piense distinto.■

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Redacción Turello.com.ar

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