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  • El lado B y las amenazas de la Inteligencia Artificial

    Publicado: 23/09/2018 // Comentarios: 0

    Por Jorge Fantín*. A partir del término Inteligencia Artificial, uno podría imaginarse situaciones en las que una máquina toma decisiones autónomas y no necesariamente favorables. Ése ha sido el tema de varias películas de ciencia ficción, y es un futuro posible.

    ¿Quién no recuerda a la computadora HAL de “2001 Una odisea Espacial” asesinando a la mayor parte de la tripulación de la Discovery? ¿O a la maléfica Skynet tomando el control del planeta en la película “Terminator”?

    Terminator una película de ciencia de ficción con robots dotados de Inteligencia Artificial | Imagen: publicada en nafilmu.cz

    Terminator, una película de ciencia de ficción con robots dotados de Inteligencia Artificial | Imagen: publicada en nafilmu.cz

    En un análisis más profundo, la Inteligencia Artificial puede representar actualmente una gran amenaza para el nivel de empleo.

     

    Amenazas de la Inteligencia Artificial

     

    Durante la primera Revolución Industrial, se introdujeron artefactos que permitieron la automatización de procesos productivos. Así, con la consiguiente fabricación en serie, se crearon nuevos mercados y millones de empleos. Pero estos aparatos nunca pusieron en riesgo a los seres humanos.

    Lea también:

    » 19/09/17 | «El empleo del futuro», según ADEC.
    » 11/02/16 | Oportunidades y riesgos de la tecnología que viene.
    » 15/10/15 | Los robots que te pueden jubilar.

    Ahora, se nos propone el uso de nuevas tecnologías para aportar cierto nivel de inteligencia a las tareas empresariales. Ya no hablamos de automatización simple, sino de máquinas capaces de tomar decisiones en contextos complejos. Así, llegamos a un punto de no retorno.

    «La nueva revolución industrial podría llegar a destruir mercados en forma masiva».

    Pero hay otro tema donde deberíamos poner atención: la nueva revolución industrial podría llegar a destruir mercados en forma masiva.

    Supongamos que una cadena de comidas rápidas sustituye a sus empleados por máquinas capaces de tomar pedidos, procesar pagos y elaborar sus alimentos. Imaginemos también que la universidad decide reemplazar a sus profesores por computadoras capaces de proporcionar capacitación personalizada para decenas de miles de alumnos. O que en el banco de la esquina las solicitudes de crédito son analizadas por un sistema inteligente y automatizado, y ya no hay que reponer dinero físico en los cajeros automáticos porque éste ha desaparecido de la faz de la Tierra.

    Cada empresario estará muy contento con los ahorros y los aumentos en productividad que puede haber conseguido, excepto que hay un gran problema colateral: se ha quedado sin clientes.

    Resulta que el ex cajero de banco ya no lleva a sus hijos a comer hamburguesas; el ex empleado de la hamburguesería ya no puede pagar la cuota de la universidad y el ex profesor universitario ya no tiene cuenta en el banco porque se ha quedado sin alumnos que quieran escucharlo.

    La tasa de evolución tecnológica, que tiene características exponenciales, es muy diferente a la curva de adaptación de los seres humanos. Apenas se produzca el despegue en la tecnología, la brecha aumentará y ya no se podrá cerrar.

    «Los primeros empleos que se perderán serán aquellos en los que el aporte de inteligencia humana sea limitado, como las tareas rutinarias«.

    Los primeros empleos que se perderán serán aquellos en los que el aporte de inteligencia humana sea limitado, como las tareas que consideramos rutinarias. Quizás el límite lo encontraremos en los trabajos en los que las emociones y la empatía sean imprescindibles, como por ejemplo artistas, coaches, investigadores, creativos y diseñadores.

    El resto, probablemente, enfrentará la posibilidad de que todo o parte de lo que hace sea sustituido.

    Frente a esta situación uno podría preguntarse: ¿para qué quiero que una máquina prepare un capuccino cuando puedo pedirle a un ser humano que lo haga? ¿Y por qué habría de querer que una máquina le enseñe matemáticas a mi hijo cuando una maestra podría hacerlo? Si la respuesta es “porque puedo preparar más y mejores capuccinos por unidad de tiempo” o “porque puedo enseñarle a más chicos con una sola máquina”, tengamos cuidado, porque puede -llegado el caso- no tengamos ni clientes haciendo fila para tomarse un café, ni chicos con necesidades de aprender matemáticas.

    Jorge Fantín.

    [*] Jorge Fantín es director de la Maestría en Administración y Aplicaciones Tecnológicas en la Empresa de Universidad Siglo 21. Columna publicada en la Revista Mercado el 18/9/18.

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