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Por Juan Turello. Los efectos colaterales del dólar agro que anunció Sergio Massa ya eran conocidos antes del anuncio oficial. Pero, el Gobierno decidió seguir adelante con el objetivo de reunir más divisas ante el temor de una crisis cambiaria, que desataría una hiperinflación.
Las autoridades del Banco Central están rascando la olla para atender la demanda, que en el primer trimestre del año se llevó más de 2.500 millones de las reservas, señala mi nota en La Voz.
El impacto se verá en los alimentos, en la emisión y, por ende, en la inflación.
El colapso era inminente, pero Massa volvió a sacar otro conejo de la galera, aunque hoy los efectos no deseados son más impactantes que en las versiones uno y dos del “dólar soja”.
Economía espera reunir unos 9.000 millones de dólares si los chacareros liquidan a 300 pesos la soja de esta campaña (el aporte sería de 5.500 millones) y los productores de las economías regionales hacen lo propio con sus cosechas (3.500 millones).
Los productores vendían la soja a valor del dólar mayorista -en torno de los 211 pesos- y ahora recibirán 300 pesos. Un aumento de 42%.
La suba impacta en la alimentación del ganado vacuno en feed lots (engorde a corral), del porcino y del aviar, que utilizan los derivados industriales de la oleaginosa.
En pocas semanas, las carnes de vaca y de cerdo y el pollo serán más caras en los locales de venta. Uno de los efectos no deseados.
Un dólar a 300 pesos para los productos de las economías regionales -té, yerba, arroz, cítricos, vino, entre los de mayor consumo- también provocará una suba en las góndolas.
Los consumidores saben que el anuncio de Precios Justos es una promesa para hoy y un incumplimiento para mañana.
Los costos de producción suben más que la pauta establecida de incremento de 3,2% mensual hasta el 30 de junio próximo.
La CGT y la CTA, que acompañaron al Gobierno sin grandes protestas ni paros en más de tres años, se despertaron de la siesta.
Los acuerdos salariales rondan entre el 45% y el 60% para el primer semestre, cuando Massa les pidió que la pauta anual fuera de 60%.
La CGT hará un acto el 1° de Mayo en reclamo de un aumento salarial generalizado. Detrás del escenario, los sindicalistas están pidiendo por subsidios a las obras sociales y por candidaturas en el peronismo.
Los aumentos de sueldos y el de las tarifas de luz y de gas ya previstos modifican cualquier ecuación de costos. Por estas razones, las empresas dicen ¡chau Precios Justos!
Si la liquidación de soja y de productos regionales es la que espera el Gobierno, habrá una fenomenal emisión por la diferencia entre el actual valor del dólar mayorista y el que se pagará desde el lunes.
La compra de ese volumen de dólares demandará una emisión bruta de 2,7 billones de pesos, prácticamente la mitad de la cantidad de dinero que circula en la economía, unos 5,4 billones de pesos.
El rescate de una parte de esa masa de dinero del mercado, para evitar que acelere aún más la rueda de la inflación, tendrá un alto costo para el Tesoro y para el Banco Central, con una inflación interanual por encima del 105%.
El Gobierno ya entregó la bandera de la inflación. Lo que importa es evitar la corrida y el incendio en las góndolas.
La devaluación y unificación de los tipos de cambio que algunos sectores reclaman a Alberto Fernández es impracticable por parte de una gestión que perdió el apoyo de la sociedad.
Sólo queda esperar que los efectos no deseados de este último acto de magia que ofrece Massa provoquen el menor impacto posible.
El hartazgo social, que dio una muestra en el violento ataque a Sergio Berni, ya envió una alerta sobre las distracciones que intenta el Gobierno, sin atender las cuestiones de fondo.