Por Claudio Fantini. Tenía que tranquilizar a los mercados, para que la trepada del dólar no siguiera elevando los precios y, por ende, golpeando aún más a los sectores medio y bajo de la sociedad, pero no lo hizo. Mauricio Macri explicó que la culpa de la suba abrupta del dólar y la caída dramática de las acciones fue por culpa de quienes votaron a la fórmula encabezada por Alberto Fernández.
Y en medio del tembladeral, esa actitud distó de mostrar dos virtudes imprescindibles en un mandatario: responsabilidad y percepción de la realidad. Repasemos.
El presidente hizo con las palabras lo que Alberto Fernández hizo con un prolongado silencio: echar leña al fuego de la especulación política. En definitiva, el candidato que recibió un abrumador respaldo en las urnas de las PASO podría haber salido a calmar a los mercados con repetir lo que ya ha dicho en forma pública y privada: su visión económica nada tiene que ver con Venezuela; que no aplicará medidas como el cepo al dólar o cosas por el estilo, y tampoco que habrá default de la deuda.
Por cierto, la responsabilidad principal la tiene quién está gobernando ahora y no quién, casi seguramente, lo hará desde el 10 de diciembre. Pero divagues de campaña, como lo que dijo sobre los intereses de las Leliq y el aumento de las jubilaciones, habían inquietado a los mercados.
De cualquier modo, si había algo por hacer para frenar corridas que empobrecen a millones de argentinos, correspondía que lo haga. Sin embargo, Alberto Fernández optó por un prolongado silencio que recordó anteriores acciones del peronismo para que incendios económicos y sociales consuman gobiernos no peronistas, con los cuales se anticipa sus salidas del poder.
Lo más grave después de las PASO fue que Macri actuara como un candidato sin equilibrio ni escrúpulos.
Su mensaje desopilante y oscuro fue que esa sísmica jornada financiera -que se prolongó el martes-, que empobreció aceleradamente a millones de argentinos y debilita aún más la economía, fue una suerte de castigo divino de los mercados por el pecado que cometieron los votantes.
La escena no hizo más que agravar el debilitamiento vertiginoso de liderazgo que Macri padece desde que se conocieron los sorpresivos resultados de las PASO.
El responsable del resultado de las PASO no fue el votante que castigó al oficialismo, sino el propio Macri.
Fue Macri quien permitió resucitar al kirchnerismo. Y fue su decisión de atornillarse en la candidatura, a pesar del clamor de las bases del oficialismo y del no kirchnerismo para elegir tener una candidatura más competitiva, lo que despejó el camino a la victoria peronista.
En la Argentina nadie gana una elección; siempre hay alguien que la pierde. Y en este caso, el que sigue haciendo todo lo que se debe hacer para construir una derrota, es Mauricio Macri.