Por Claudio Fantini. No es cuestionable que Mauricio Macri pretenda influir sobre las listas de Juntos por el Cambio (JxC). Cualquiera, en su posición, intentaría lo mismo. Tiene lógica que presione a Horacio Rodríguez para que no apoye a Martín Lousteau. En todo caso, puede ser cuestionable que presione al jefe de Gobierno porteño para que baje las candidaturas de dos de sus funcionarios. De qué se tratan estas movidas, tras la renuncia de Macri a ser candidato a presidente este año.
Macri quiere que Rodríguez Larreta baje las postulaciones de Fernán Quirós y Soledad Acuña, para despejarle el camino a su primo, Jorge Macri.
Imponer esas resignaciones restaría competitividad al PRO, ya que Quirós es un candidato que acarrearía más votos que el primo del ex presidente.
Las las presiones de Macri para imponer algunos de sus allegados en las listas ponen fin a la efímera luna de miel con otros precandidatos del PRO y del radicalismo.
Los elogios que recibió dentro de JxC son comprensibles: se trata nada menos del fundador de la coalición y figura clave de la victoria, que la llevó al poder en el 2015. Pero, no implica que de verdad haya sido un acto de grandeza y desprendimiento.
Macri hizo lo que debió haber hecho en la elección presidencial de 2019.
El ex presidente debió renunciar a su candidatura en 2019. Ése era el momento de “abdicar”. Una mala costumbre política estableció que, en el oficialismo, la postulación le corresponde a quien ocupa la Presidencia.
En aquel momento, JxC tenía más de un potencial candidato con mayor competitividad que Macri, quien sufría el desgaste acelerado de la crisis financiera que se desató en abril de 2018.
Si hubiera renunciado a la candidatura, no sólo habría mejorado la competitividad de su espacio político, sino que hubiera dejado mejor parada su propia imagen.
El resonante fracaso político y económico del gobierno que armó Cristina Kirchner con Alberto Fernández agiganta las chances de que cualquier candidato de la principal coalición opositora gane los futuros comicios.
De todos modos, las encuestas coinciden en mostrar que Macri tenía menor competitividad que varios aspirantes a encabezar la lista opositora.
Si fue mezquina y nociva para su coalición la candidatura que se empecinó en sostener en 2019, una postulación presidencial suya este año sería inaceptable.
Es posible que Macri también haya aceptado otra realidad evidente.
En la UCR y en el PRO hay figuras con más voluntad de diálogo y más chances de alcanzar consensos indispensables que Macri.
El próximo gobierno, si es de JxC y pretende hacer las reformas al Estado y a la economía que resultan cada vez más urgentes en la Argentina, necesitará lograr consensos con la oposición para que los cambios no se impongan por confrontación.
La ausencia de consensos para implementar cambios imprescindibles fue lo que ahuyentó las inversiones en el actual Gobierno.
En el radicalismo y en el PRO hay figuras con más voluntad de diálogo y más chances de alcanzar consensos indispensables.
Esas realidades tan visibles, así como las encuestas, demuestran que el paso al costado de Macri no fue un magnánimo sacrificio, sino una decisión a la que estaba obligado.