Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Cada a vez que cambia un gobierno en Gran Bretaña, la Argentina se pregunta qué implica para la situación de las Islas Malvinas. Y la verdad es que, normalmente, los cambios de gobiernos británicos –asumió Theresa May– no significan nada en las grandes líneas de su política exterior.
Todos los partidos, incluidos los de mayor apoyo popular -el Conservador, el Laborista y el Liberal Demócrata-, así como los partidos nacionales de Escocia y Gales, consideran que el Reino Unido no debe discutir la soberanía de las islas del Atlántico Sur con el Gobierno argentino.
A esta política de Estado mucho menos podría alterarla Theresa May, la flamante primera ministra. En definitiva, el hecho de haber llegado al 10 de Downing Street sin una elección general, la convierte en una suerte de gobernante interina. May llegó al al cargo por la renuncia de su antecesor, David Cameron.
De ese tipo de autoridad se espera sólo la conclusión del mandato anterior, lo cual no implica que pueda tomar vuelo propio y empoderarse, si logra sorprender con sus aciertos.
El caso es que Theresa May, tanto al frente del Home Office (versión británica del Ministerio del Interior) como en todos los cargos que ocupó con anterioridad, se muestra como una típica conservadora, que sólo sorprendió cuando apoyó a Cameron en la iniciativa de aprobar el matrimonio gay.
Pero más allá del pensamiento de May, el hecho es que su misión resulta clara: intentará completar el Brexit, pero manteniendo y ampliando los acuerdos de libre comercio con la Unión Europea, para que su salida de la UE no desaliente las inversiones en Gran Bretaña, ni aliente la secesión de Escocia y Gales, ni tampoco deserciones en la Commonwealth.
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La obsesión de May es mantener intacta la relación económica con la UE. La cuestión Malvinas ni siquiera estará en la agenda de May, cuyo desafío es inmenso y complejo.
En todo caso, la salida británica de la UE debe ser entendida por la Argentina como una oportunidad para lanzar una nueva ofensiva diplomática. Indudablemente, la posición de Londres es más fuerte siendo parte del bloque europeo que volviendo al aislamiento.
La Argentina deberá estar atenta a los pasos de España, país que esperará de la Unión Europea un acompañamiento mayor a su eterno reclamo de soberanía sobre Gibraltar, ya que, a partir del Brexit, Gran Bretaña ya no será parte del mismo bloque en el que está el país reclamante.
Haga lo que haga España, la Argentina debe entender el Brexit como una oportunidad. Pero la oportunidad está en la salida del bloque europeo y no en el cambio de primer ministro.