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Por Juan Turello. El superministro Sergio Massa, quien recibió un trato semipresidencial en Estados Unidos, presentó el proyecto de Presupuesto 2023, que incluye un ajuste en el gasto y el objetivo de bajar la inflación al 60 por ciento, señala mi nota en La Voz.
Argentina registró un alza de 56,4% en los precios en lo que va de 2022; la más alta en 30 años para ese período. Los reparos de gobernadores, piqueteros y kirchneristas a su plan.
Las excusas de Alberto Fernández en el impacto de la crisis en la suba de la inflación interna ya no son creíbles; en la campaña electoral había prometido reducir la inflación que registraba la administración de Mauricio Macri.
Ni asado (cayó el consumo de carne) ni precios bajos. La imagen negativa del Presidente supera el 70%, según coinciden las mediciones.
El titular de Economía admite en el proyecto de Presupuesto que los precios subirán este año 95%, como anticiparon bancos, economistas y consultoras relevados por el Banco Central.
Una baja de casi 40% en 2023 en relación con este año supone romper la inercia inflacionaria y adoptar medidas de ajuste en el gasto, que el kirchnerismo impidió a Martín Guzmán.
El núcleo duro que responde a la vicepresidenta hasta realizó multitudinarias marchas contra “las recetas del FMI”.
Massa prometió ahora cumplir el acuerdo con el FMI. Lo hizo ante funcionarios de Joe Biden -la reunión más relevante fue con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien no recibió a sus antecesores- y ante la titular del Fondo, Kristalina Georgieva.
Hoy, los asesores de Cristina y Máximo Kirchner guardan silencio ante la abrupta suba de la tasa de interés, que generará un rendimiento efectivo anual de 107%, si se renuevan el monto y los intereses durante 12 meses.
La inflación es una experiencia cotidiana para los consumidores, pero la menor actividad -el ajuste, en definitiva- todavía no se percibe en su magnitud.
La suba de las tasas, el aumento de precios, el menor gasto público y las restricciones de insumos importados harán sentir sus efectos más temprano que tarde.
La actividad económica cayó en julio y en agosto con respecto al mes precedente. El freno será más fuerte en los próximos meses.
Massa no sólo prometió bajar el gasto público, sino también reducir los subsidios económicos.
Los aumentos en las tarifas serán al menos similares a la inflación. Además, para el transporte se prevé una caída en relación con los montos asignados este año. Los intendentes de las seis ciudades más numerosas del interior ya reclamaron por el impacto en el transporte urbano.
Para los gobernadores, inquietos por la obra pública en un año electoral, habrá una caja compensadora: la aprobación del Pacto Fiscal 2022 les permitirá aumentar los impuestos, incluidos los distorsivos Ingresos Brutos y Sellos.
Los diputados que responden a Juan Schiaretti también votaron a favor de subir las alícuotas.
Lo que no provendrá de los millonarios fondos que recauda la Nación, saldrá de los bolsillos de los privados, que deberán soportar el no ajuste de la clase política.
Desde el Instituto Patria, el kirchnerismo le plantea a Massa otro plan económico; enfocarse hacia China-Rusia, en rechazo a una alianza con Estados Unidos y Europa, además de una ayuda extraordinaria de 49.500 pesos a dos millones de pobres, sin planes sociales.
Gobernadores, piqueteros y kirchneristas no harán fácil las promesas que Massa formuló en Washington, donde se aplaudió su discurso semipresidencial.
El hiperactivo ministro le cerró la puerta a esos planes -expuestos por Juan Grabois-, con un acuerdo con la CGT: las obras sociales recibirán casi 25 mil millones de pesos y se desprenden de los gastos, salvo los de salud, que demanda la atención de los discapacitados. La necesidad tiene cara de hereje.
Gobernadores, piqueteros y kirchneristas no harán fácil las promesas que Massa formuló en Washington, donde se aplaudió su discurso semipresidencial.