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Por Claudio Fantini. ¿Cuál fue el rasgo esencial de Carlos Menem: el carisma, la simpatía, la corrupción, la frivolidad, el estatismo populista de sus tiempos de gobernador de La Rioja o el reformismo liberal de sus presidencias? Menem fue todo eso pero, esencialmente, fue peronista.
¿Qué significa esto? Que era un líder cuyo principal instinto fue el pragmatismo.
La capacidad de ser lo que impone la visión predominante de cada momento, y la decisión de asumir esa posición dominante del modo más explícito posible.
Fue peronismo ostentar como trofeos una Ferrari y exhibirse con una dirigente neoliberal –María Julia Alsogaray-, pero también lo fue dar impunidad a Montoneros y presentar sus crímenes como necesarias y heroicas proezas.
Si hubiera llegado al poder al comenzar el siglo 21, habría gobernado de manera similar a como lo hizo Néstor Kirchner. Por la misma razón de haber gobernado una provincia durante la década de 1990, Kirchner lo hubiera hecho como Menem.
Menem y Néstor Kirchner fueron cabales exponentes del peronismo; un rasgo esencial del movimiento creado por Juan Perón es expresar -antes que otras fuerzas- las tendencias predominantes en distintos momentos de la historia.
Menem y Néstor Kirchner fueron cabales exponentes del peronismo; un rasgo esencial del movimiento de Juan Perón es expresar -antes que otras fuerzas- las tendencias predominantes en distintos momentos de la historia.
Porque las tendencias políticas y económicas eran diferentes, fue diferente el Perón de la primera mitad del siglo 20, con el que regresó del exilio en 1972.
Cuando el dirigente riojano llegó a la presidencia, la tendencia con mayor gravitación era el llamado “Consenso de Washington”. El Estado se replegaba y dejaba la economía totalmente en manos del mercado.
El caudillo riojano había gobernado la provincia acrecentando el Estado y el gasto público, pero cuando fue presidente, puso en marcha el mayor proceso privatizador de la Argentina y se abrazó políticamente a María Julia Alsogaray, la ortodoxia libremercadista y anti-estatista.
Méritos de su presidencia figura haber terminado con la hiperinflación de la década de 1980; haber privatizado servicios públicos que ni siquiera el estatismo kirchnerista quiso re-estatizar; haber clausurado al servicio militar obligatorio y haber gobernado sin inocular odio político y tratando de manera amigable a la oposición.
El lado oscuro de sus dos presidencias es extendido y denso. El indulto a militares que cometieron violaciones a los derechos humanos y también a las organizaciones armadas que perpetraron los asesinatos y secuestros que debilitaron la democracia de la primera mitad de la década de 1970.
También caracterizaron a Menem la frivolidad y la corrupción, con capítulos particularmente graves: la explosión de la fábrica militar de Río Tercero y la impunidad para los autores de la masacre de la AMIA.
*LA CIUDAD DE RÍO TERCERO NO ADHIERE AL DUELO*
— Municipalidad de Río Tercero (@MuniRio3) 14 de febrero de 2021
La ciudad de Río Tercero decidió no adherir al duelo nacional por el deceso de Carlos Saúl Menem en el día de hoy y que fuera dictado por decreto del gobierno nacional.
Y la lista continúa hasta perderse bajo posibles acuerdos con el kirchnerismo para canjear apoyo desde su banca en el Senado por la impunidad con que logró llegó hasta el final de su vida.
El último Carlos Menem se concentró en eludir los estrados judiciales, por eso ocupó su banca de manera imperceptible para la sociedad, con la protección del kirchnerismo.
Si hubiera gobernado a partir de 2003, lo habría hecho como Néstor Kirchner, porque, en ese momento, el continente abandonaba el Consenso de Washington y volvía al estatismo y las regulaciones.