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Por Juan Turello. La sociedad ya siente en la economía los efectos de retirar pesos del mercado y contener el gasto. Los salarios viejos no le ganan a los precios nuevos, señala mi nota en La Voz del Interior. Con la tasa que paga el Banco Central -38% a 35 días-, no es viable el crédito para el consumo ni para la producción.
La caída del poder de compra es inocultable: la inflación San Luis desaceleró en febrero: 2,7%; en enero había sido de 4,2. Obvio, hay menor consumo.
La demanda laboral cayó 6,4% en febrero, según el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba. El dato preocupante: la demanda de puestos no calificados se desplomó 25,4%; la de calificados, apenas: 0,7.
El consultor Jorge Giacobbe suele decir: “Abajo (los sectores más empobrecidos), la situación es muy delicada. El que come, tiene expectativas de que la situación mejorará”, dice con crudeza.
La producción de las pequeñas y medianas industrias se retrajo 4,8% en febrero en comparación con igual mes de 2015, según la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (Came). La entidad relevó 250 Pyme, que en promedio acusaron un retroceso de 2,1% en comparación con enero.
¿A quién culpa la gente de los problemas de la economía? Según las encuestas, dos de cada tres señalan a las políticas del kirchnerismo, en especial las que aplicó Axel Kicillof. Cristina Kirchner recoge críticas similares por la corrupción y los errores en las medidas.
En el gabinete, varios cuestionan los manejos de los anuncios de Aranguren: se viene otra suba en naftas (6%) y el de gas natural, que debió informarse en enero.
Son inminentes los aumentos en las naftas –otro 6%-; en el transporte del área metropolitana, donde se paga un boleto que vale un tercio de lo que cuesta en Córdoba (3 pesos frente a 9,10), y una suba en el gas natural, con fuerte impacto en hogares e industria.
“¿Por qué el aumento del gas no se anunció en enero junto con el de la luz, cuando el consumo es menor?”, se le preguntó al funcionario. Como toda respuesta, hizo el clásico gesto de encoger los hombros y abrir las manos. En el gabinete, varios cuestionan el timing (manejo de los tiempos) de Juan José Aranguren, ministro de Energía.
Qué dicen del otro lado del mostrador: el consultor Enrique Pedemonte señala que la primera preocupación de las empresas es “el incremento del costo laboral”. Incluye en esa definición el aumento en las remuneraciones, las cargas sociales, la conflictividad laboral (pérdida de horas de trabajo) y la proliferación de juicios. Puertas adentro de las empresas, señala las inquietudes por el solapamiento (el personal superior gana casi lo mismo que el resto de los trabajadores); los reclamos sindicales intraempresas y la cultura de los nuevos profesionales.
Buena parte de la sociedad tiene la expectativa de que la economía mejorará en el segundo semestre luego del sinceramiento de los precios, con la llegada del crédito externo y la concreción de las inversiones anunciadas. Mauricio Macri arriesgó capital político al afirmar que la inflación bajará desde julio. «Estamos atravesando los meses más difíciles”, se sinceró un miembro del gabinete nacional.
Por ahora, son meses difíciles en el trabajo y en el bolsillo.