Por Claudio Fantini. El enfrentamiento entre Elon Musk y los presidentes del Tribunal Supremo y de Brasil, resulta sumamente revelador. Las redes son el nuevo escenario de la guerra por el poder. El uso de los datos extraídos a los usuarios para alimentar algoritmos, cada vez más adictivos, muestra el poder de las plataformas. Y ese poder puede usarse para presionar estados y gobiernos, y para potenciar liderazgos ultraconservadores que ensanchan la vereda y comparten líderes disruptivos como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Javier Milei, entre otros.

Pelea en Brasil

Hay razones para cuestionar el gobierno de Lula da Silva y también ciertas actitudes del juez supremo Alexandre de Moraes.

Sin embargo, parece claro que Musk maneja su medio, la globalmente influyente red social X, para impulsar liderazgos políticamente afines y para atacar a gobiernos con los que tiene conflictos de intereses.

El Tribunal Supremo de Justicia de Brasil lo acusa de incumplir con leyes de ese país, donde había radicado algunas de sus empresas.

Otras voces le reprochan infectar su red social con escuadrones de trolls que difaman, producen fake news a escalas industriales y difunden mensajes de odio.

El megamillonario nacido en Sudáfrica se defiende atacando a De Moraes y a Lula, acusándolos de “comunistas” que imponen una “dictadura”, las mismas descalificaciones desmesuradas que suelen usar Trump, Bolsonaro y Milei.

Más allá de los cuestionamientos que puedan hacerse al magistrado y al presidente, lo que ambos sostienen es avalado por una organización independiente y respetadísima en su defensa de la libertad de información: Reporteros Sin Fronteras.

Que X también esté prohibida por regímenes autoritarios, como el ruso, el chino y el venezolano, no quiere decir que Musk tenga razón en todo y que el manejo que hace de su red social esté apuntado exclusivamente a la libertad de expresión.

No es un librepensador, sino un miembro clave del ultraconservadurismo que crece desde la segunda década del siglo en marcha.

Musk y Milei

Mientras se refiere a Brasil como si fuera uno más de los regímenes autoritarios que suspendieron la red en sus territorios, nada dice sobre las restricciones que acaba de aplicar Milei al acceso a la información pública de su gestión.

Milei hizo uso y abuso de la divulgación de escabrosas informaciones privadas sobre Alberto Fernández; cuando la lupa se acerco, prohibió esas publicaciones. 

Pero, no bien Lilia Lemoine hizo flotar la amenaza de revelaciones explosivas sobre la intimidad del presidente, Milei arremetió de lleno contra la libertad de información para evitar que ocurra lo mismo como con el ex presidente.

Además de limitar la divulgación de hechos ocurridos en la Quinta de Olivos que considera privados, Milei también bloquea la divulgación de “deliberaciones preparatorias, papeles de trabajo o exámenes preliminares” sobre actos o temas del gobierno.

El dueño de la red X denuncia en Brasil un ataque a la libertad de información, pero al no decir nada sobre las medidas que Milei aplica en Argentina, pone en duda que pueda presentarse como un paladín de la libertad de expresión y el derecho a la información.

Kamala Harris también cuestionó al titular de la red X y advirtió que, de llegar a la Presidencia, buscará limitar los mensajes de odio, la desinformación y los escuadrones que ejecutan linchamientos en la red.

Por cierto, la respuesta de Trump y Musk fue calificar de comunista y enemiga de la libertad de expresión a la candidata presidencial demócrata.

Se puede estar o no de acuerdo con Harris, pero esa descalificación es absurda.

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