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Por Juan Turello. “Paren el mundo, que me quiero bajar”, decía Mafalda, el personaje creado por Quino que mejor retrató las vicisitudes de la Argentina. Es lo que podría decir Alberto Fernández luego de las dos semanas más difíciles de su gestión. La suma de errores armó un combo perfecto, señala mi nota en La Voz.
Es evidente el fracaso para combatir la pandemia del Covid-19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba), donde el Presidente insiste en cuestionar a los runners por los contagios pese a la desmentida científica; se fue la aerolínea Latam; la Argentina quedó al borde del noveno default y les anunció a los estatales que pagará el aguinaldo en cuotas.
Alberto Fernández está pagando un alto costo político por haberse involucrado en la expropiación del Grupo Vicentin. Hasta llegó a invocar -en forma errónea- la Constitución para justificar la intervención, ahora denegada por el juez que entiende en el concurso. Prestigiosos especialistas en concursos y quiebras ya habían marcado el error de Fernández.
Hoy, varias ciudades del país hubo un fuerte banderazo en rechazo a las intenciones que alienta un sector del Gobierno sobre la propiedad privada, bajo las premisas de “soberanía alimentaria” y “empresa testigo” (conceptos que ya fueron borrados del manual kirchnerista).
El proyecto sobre Vicentin despertó el imaginario de gremialistas cordobeses que pretenden la misma solución para el millonario concurso de Molinos Minetti.
El proyecto despertó el imaginario de gremialistas cordobeses que alientan la misma solución en el millonario concurso de Molinos Minetti. Los sindicalistas hicieron gestiones con funcionarios del segundo nivel del Gobierno nacional.
En el fondo se discute el rol del capital privado y el grado de intervención del Estado en todas las actividades. Es una brecha que no se cerró; se agrandó.
La expropiación de Vicentin es una mala señal para inversores en el sector agropecuario y la agroindustria, los pilares que distinguen a la Argentina en la economía global.
La salida de Latam impacta en unos tres mil empleos directos e indirectos, además de facilitar un cuasi monopolio de Aerolíneas Argentinas. Resultado: habrá menos vuelos y más caros, que serán subsidiados por los argentinos con el pago de impuestos, incluidos los sectores más humildes.
Aerolíneas recibió entre 2009 y 2019 subsidios por más de 5.500 millones de dólares, según datos privados. Haber desarmado “la revolución de los cielos” es como celebrar una victoria nacional y popular al revés, que favorece a los más acomodados. Se gasta más en Aerolíneas que en la lucha contra el hambre, recordó el centro de estudios Idesa.
Argentina podría caer en default con la mayoría de los acreedores de una deuda de 66 mil millones de dólares. Es un dato preocupante para empresas y exportadores que necesitan financiación externa, en un contexto recesivo y con una inflación aún agazapada por la enorme emisión de pesos.
La grave crisis que enfrenta el Estado nacional queda patentizada en el pago del aguinaldo en cuatro cuotas para quienes cobran más de 33 mil pesos. El Presidente no se animó a reformar ninguna área o sector, más bien el ingreso de personal y de más funciones aumentó el déficit.
Las caídas del Grupo Vicentin y de Latam no son gratis para Córdoba, que necesita de la competencia en el sector agroexportador para valorizar la producción agrícola y de esa aerolínea para su conexión con Chile, Brasil y el resto del mundo. La regresión en el turismo afecta a miles de prestadores en las sierras cordobesas.
Uno de los desafíos por delante para la Provincia es refinanciar una deuda de 725 millones de dólares en 2021; en los próximos cinco años habrá que pagar 1.685 millones de dólares.
La salida de la recesión será aún más difícil si hay default de la deuda y falta de inversiones. Al fin y al cabo, era lo que prometía corregir Alberto Fernández en las tribunas de campaña, como le recordaron hoy los productores movilizados.