Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
Suscribite al canal de Los Turello.
Por Eugenio Gimeno Balaguer. Cuando uno se encuentra en un contexto cambiante e imprevisible, trata de buscar “algo” donde asirse, que lo contenga o al menos dónde apoyarse; busca un equilibrio entre los desafíos que se presentan y los recursos con los que cuenta. Con mucha frecuencia, constatamos que “tenemos la pólvora mojada” o que nuestras armas carecen de precisión para “dar en el blanco”, simplemente porque “no sabemos dónde está” el blanco. ¿Qué hacer; qué pasos dar?
Si alguno de los lectores ha tenido la fortuna de hacer cumbre en el Aconcagua, habrá “sufrido” una experiencia similar a la de nuestros empresarios, funcionarios y ejecutivos de hoy.
Cuando sólo faltan 600 metros para hacer cumbre en el cerro más alto de Latinoamérica, después de un largo recorrido (diríamos una larga y sufrida trayectoria), se encuentra con una “sorpresa”: “la canaleta”, un recorrido de poco más de 400 metros que necesariamente debe pasar si quiere hacer cumbre y mantenerse en carrera.
Las alternativas son lapidarias: el regreso a la base o la muerte; porque de un lado está la pared totalmente lisa, el precipicio y del otro, el glaciar. Y atravesar “la canaleta” requiere habilidades que pocos alpinistas desarrollan.
En “la canaleta” hay piedras redondas que cuando alguien quiere buscar en ellas estabilidad, refugio, descanso, seguridad, cae sin remedio y puede descender en caída libre por la montaña centenas de metros en pocos minutos o, incluso, perder la vida.
¿Cómo hacen los que pasan? Desarrollan un rara habilidad que es “tocar y salir”, esa rara habilidad que brilla en todo tipo de actividades destacadas frente a situaciones extremas.
Hemos visto en fútbol y en básquet, genios de “tocar y salir”, armando jugadas que “diluyen cualquier cerrojo”. Mediante esa habilidad, hacen el equilibrio necesario para tener el apoyo suficiente para dar un nuevo paso sobre otra piedra y, luego, sobre otra y así atravesar “la canaleta”.
Por supuesto, una cosa es decirlo y otra, hacerlo en un lugar que como mínimo tiene vientos de más de 150 kilómetros por hora y donde la temperatura buena es de unos 20 grados bajo cero.
En nuestras actividades en Villa del Dique, hacemos simulaciones que metafóricamente recrean condiciones donde uno tiene que revisar sus armas y su pólvora en miras a escenarios hostiles, inesperados, cambiantes “al toque”. En estas actividades, el aquí y ahora se impone.
Los ejercicios simulan las condiciones por las que pasan las organizaciones, los participantes se “vacían de ideas viejas y se concentran en el camino y en el esfuerzo por recorrerlo”.
En cualquier gestión gubernamental tenemos similitudes que pueden verificarse.
Como en la montaña, para la mayoría de los involucrados en ellas, no es tan clara la noción de por qué vienen y qué se quieren llevar, pero en la mayoría se insinúa.
Lo que sí es claro que antes de cumplir la meta, hay que hacerla crecer dentro de uno. Y cumplirla es el requisito para volver confiar en nosotros mismos y obtener la confianza de los demás. Muchas veces, necesitamos recursos que aún no conocemos, pero lo que no podemos hacer es “dar pasos en falso”.