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Por Claudio Fantini. Mantener a Julio Velarde en la presidencia del Banco Central de Reserva de Perú (BCRP), fue, tal vez, el único acierto de Pedro Castillo, además de dejar de usar el inmenso sombrero típico de Cajamarca, que se calzó como un amuleto antes del ballotage y no se lo sacaba ni en los recintos cerrados. Al final, Castillo fue destituido, tras intentar un autogolpe. Ahora, su sucesora, Dina Boluarte, promete llamar a elecciones en 2024.
Velarde es un economista liberal que fue designado al frente de la política monetaria de Perú en 2006, por Alan García.
A pesar de la sucesión de presidentes de distinto signo ideológico, la estabilidad económica y el crecimiento de las inversiones continuaron en Perú.
El presidente aprista necesitaba calmar los mercados dando muestras de que en su segunda presidencia no repetiría el izquierdismo adolescente que malogró su primera gestión, en la década de 1980.
Ollanta Humala, a pesar de provenir del nacionalismo populista y prochavista, también mantuvo a Velarde al frente del BCR.
Perú es el país latinoamericano que más se parece a la Italia de la segunda mitad del siglo pasado, que tenía la política siempre en crisis, pero la economía mantuvo el crecimiento hasta alcanzar el desarrollo.
La continuidad en el cargo, tras el triunfo del partido Perú Libre, fue la primera señal de que Pedro Castillo seguiría los lineamientos del aliado, que captó tras la primera vuelta.
El economista socialdemócrata Pedro Francke y su partido Juntos Por Perú, liderado por Veronika Mendoza, lo apoyaron con la promesa de mantener los lineamientos macroeconómicos en lugar de aplicar los ideologismos de Perú Libre.
Velarde siguió al frente de la política monetaria, y ésa es una de las explicaciones a la estabilidad, que sobrevive a los tembladerales políticos.
Seguramente, Dina Boluarte ratificará a Velarde en el BCRP, porque no puede agigantar el talón de Aquiles que tiene por provenir de un partido filomarxista -Perú Libre- y por haber defendido con ahínco a su líder, Vladimir Cerrón, condenado por corrupción como gobernador del Departamento Junín.
Lo que tiene por delante la nueva presidenta del Perú es una jungla plagada de acechanzas. No tardarán en llegar las emboscadas.
Que Pedro Castillo haya sido un presidente fallido por su propia negligencia e incompetencia, no significa que el Congreso, que se le opuso con tanta furia, haya actuado correctamente, y sea la parte acertada de esta compulsa.
En absoluto.
El salvajismo político que gravita sobre el Congreso es el principal problema de la política peruana en los últimos años.
No hay razones para esperar equilibrio y responsabilidad frente a la presidencia de Boluarte.
¿Podrá la primera mujer que llega a la presidencia del Perú atravesar la jungla política que tiene por delante?
¿Sobrevivirá en el cargo a las salvajes acechanzas que le tenderán emboscadas?
Lo único seguro es que Dina Boluarte mantendrá a Julio Velarde en la presidencia del Banco Central de Reserva de Perú.