Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Los últimos días terminaron de confirmar que la política abandonó completamente su intento inicial de estar a la altura de las circunstancias, degradándose hasta niveles miserables. La pregunta es si arrastrará consigo a la ciencia, politizándola. ¿Conseguirá el partidismo miserable que haya epidemiólogos y sanitaristas recomendando medidas de acuerdo con alineamientos políticos o serán aceptadas por todos?
Si también los científicos se politizan, entonces, la pandemia habrá triunfado también sobre la ética científica, que impone atenerse exclusivamente con base en la evidencia empírica comprobada.
En las veredas políticas que ocupan Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta, hay dirigentes que los presionan para empujarlos en las direcciones que ellos consideran acertadas sobre el escenario de la pandemia.
Sobre el presidente presiona fuertemente Cristina Kirchner y el kirchnerismo.
Sobre el jefe de Gobierno porteño actúan Mauricio Macri, Patricia Bullrich y otros exponentes del macrismo duro.
Hasta ahora, lo que está a la vista es que Alberto Fernández está siendo arrastrado por la presión del kirchnerismo, mientras que Rodríguez Larreta está manteniendo sus propias posiciones a pesar de la presión de los sectores duros vinculados con el ex presidente.
Por tener menos poder que su vicepresidenta y pocos dirigentes valiosos y equilibrados de su parte, Alberto Fernández parece cada vez más débil para sostener posiciones propias.
Por el contrario, encabezar un gobierno visiblemente exitoso y tener escuderos sólidos como Cristian Ritondo, Diego Santilli y ese valioso ministro de Salud que es Fernán Quirós, ayuda a Rodríguez Larreta a no dejarse empujar a posiciones que muchas veces merodean la irresponsabilidad sanitaria.
El hecho es que la enaltecedora postal política que el presidente y el adversario político que gobierna la CABA terminó desplazada por la patética postal de Alberto Fernández jugando al guerrero solitario.
Loa hace en el campo de la batalla sanitaria, mientras dispara a mansalva contra todo lo que se mueve en la vereda opositora.
Cada vez parece más claro que el presidente descarga sobre la oposición la ira que le despierta el “fuego amigo”.
A los ataques que recibe desde el kirchnerismo jamás los contesta, y algunos son tan duros como los que le llegan desde las trincheras macristas.