Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Los precios serán, sin dudas, el hit del verano a partir de las conversaciones en las familias y del problema que generan para los agentes económicos, señala mi nota en La Voz. La evolución de la pandemia aún es una incógnita por el descontrol en las concentraciones de las últimas semanas, la aparición de una nueva cepa del virus y la real efectividad de las vacunas contra las mutaciones del coronavirus.
Los precios ya tomaron el ascensor antes que los salarios y las jubilaciones despierten del letargo veraniego.
En pocas horas, los cordobeses se vieron sacudidos por los anuncios de aumentos en las naftas, los peajes, en el boleto del transporte de la ciudad de Córdoba y de la carne, que trae una carrera alcista desde noviembre.
Además, hay incrementos en las comisiones bancarias y en los aportes al monotributo, entre otros.
Por otro lado, el Gobierno cerró las exportaciones de maíz para evitar una escalada de los precios de los alimentos, según adujo.
La decisión es una pésima señal macroeconómica, como apuntaron las bolsas de cereales y de comercio de todo el país. Las entidades calcularon una pérdida en divisas de 810 millones de dólares. El campo teme que la restricción a las exportaciones se amplíe a otros granos.
Manda la decisión de congelar todo, que es la receta preferida del kirchnerismo. Alcanzará al dólar, a los precios cuidados y a las tarifas de servicios públicos. Dicen que Martín Guzmán no comparte esa línea de acción.
Los controles en materia de precios y sobre el dólar asoman como la receta oficial para los próximos meses, la cual fue defendida por Cristina Kirchner ante Fernández y Axel Kicillof en La Plata el 18 de diciembre último. El Presidente prefirió hablar de otros temas cuando la vice amonestó en público a sus ministros.
El congelamiento impactará en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) porque el Gobierno debe destinar más dinero para los subsidios de las tarifas del transporte, de la energía y del agua.
Hay sectores de la administración que no están preocupados por el acuerdo con el FMI y prefieren mirar los eventuales apoyos que ofrecerían China y Rusia, con demandas siempre desconocidas por la sociedad.
El dólar oficial aumentó 40% en 2020 y el paralelo, 110%, muy por encima de una inflación que cerraría en torno del 35%.
La proyección de una suba de precios de 29%, incluida en el Presupuesto 2021, sería rápidamente superada. El relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central estima una suba de 40% del dólar oficial y precios que trepan 50%.
Luego del “veranito cambiario” -los argentinos necesitan pesos para sus gastos y sus vacaciones-, el dólar volvería a complicar las cuentas oficiales. La respuesta oficial sería más controles cambiarios.
No hay ningún mensaje de reformas estructurales para aliviar los costos de la economía ni de reducción del gasto público, salvo en los haberes de jubilados y pensionados. La nueva movilidad -sin incluir la inflación- hará su debut en marzo con una posible alza de siete% .
En un debate pleno de chicanas políticas, se eludió hablar del aumento de aportantes al sistema -el 40% de los trabajadores está en negro-; de que los recursos de la Anses se destinen solo a beneficiarios de la clase pasiva y no a subsidiar planes sociales y de la modificación de los regímenes especiales que, por caso, beneficiaron con haberes extraordinarios a la vicepresidenta.
Esa es una reforma estructural que ninguna gestión se animó a asumir.
Los cambios de fondo para que la economía argentina levante vuelo no forman parte de la agenda oficial, con un Gobierno enfocado en la decisiva elección legislativa de octubre.
Por ahora, la receta es congelar. Ya se verá quién es el encargado de destapar la olla.