Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Ezequiel Gajnaj. Restan casi 70 días para 2016 y también para el inicio de las vacaciones de muchas personas. El próximo domingo hay elecciones presidenciales, lo cual implica, que independientemente del ganador, habrá cambio de mandato en diciembre.
A esta altura del año, las multinacionales ya han realizado sus estimaciones de ventas, de precios (inflación incluida), de costos, de dólar, entre otras proyecciones, para diversos escenarios. Sin embargo, en Argentina, el motor de la locomotora es alimentado por las Pymes.
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Frente a un 2015 signado por la incertidumbre de los comicios y la especulación sobre las futuras medidas del flamante gobierno, muchos directivos de pequeñas y medianas empresas se preguntan: ¿vale la pena planificar lo que vamos a hacer en el 2016 si en Argentina puede cambiar todo de un día para el otro?
Responderé esta última pregunta diciendo que sí vale la pena.
Los argumentos:
● Planificar es necesario para establecer una guía de acción que marque el camino en pos de cumplir los objetivos planteados.
● Durante el proceso se debaten y ponen a prueba los supuestos en los que se basa el negocio y su posible comportamiento futuro.
● Si bien es imposible eliminar la incertidumbre (de poder hacerlo hablaría de predecir el futuro), la planificación permite reducirla proyectando una serie de escenarios posibles, asignando su probabilidad de ocurrencia e impacto potencial. En otras palabras, se reduce el riesgo.
A pesar de lo anterior, no faltan los escépticos que en las Pymes dicen que saber lo que va a pasar en el 2016 es lo mismo que adivinar los números del Quini 6.
Es cierto que un trabajo puede tener resultados fallidos por un proceso poco exhaustivo en las etapas de planificación y de implementación, o bien porque ocurrieron eventos impensados. No obstante, antes de dejar librada a la empresa «a la buena de Dios» es preferible indagar a través de un método sistemático lo que puede depararle el futuro y así tener una lectura más acabada de las acciones a ejecutar en dicho contexto para conseguir los objetivos anhelados.
En consecuencia, a los directivos de las Pymes que aún no planificaron «su 2016» les sugiero que dediquen un par de horas a la semana, junto a su equipo colaborador, para trabajar los siguientes 8 puntos:
1. Imaginen dos o tres escenarios externos a la empresa (identificando oportunidades y amenazas).
2. Evalúen qué fortalezas tienen para afrontar el próximo año y qué debilidades deben mejorar.
3. En base a los puntos anteriores planteen objetivos claros, alcanzables y medibles, en un horizonte de tiempo.
4. Piensen tres o cuatro acciones generales (estrategias) que respondan a dichos objetivos.
5. Desglosen cada estrategia en acciones concretas (tácticas).
6. Planteen el presupuesto que necesitan para llevar a cabo dichas acciones (revisen que mantenga una coherencia porcentual con la curva estimada de facturación).
7. Elaboren un Diagrama de Gantt en el que se pueda observar cuándo comienza y finaliza cada acción, y en qué momento se deberán hacer los desembolsos de presupuesto.
8. Ejecuten y midan al mismo tiempo para ajustar desvíos.
Luego me cuentan cómo les fue.
Hasta la próxima.