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Por Juan Turello. La sociedad volvió a sorprender al gobierno de Cristina Kirchner con multitudinarias manifestaciones en el 8N en las principales ciudades del país e, incluso, en grandes capitales del mundo como Londres, París y Washington, y hasta en Australia.
¿Qué dejaron?
Las enormes manifestaciones -en Córdoba se calcula que hubo entre 40 mil y 55 mil personas frente al Patio Olmos en los momentos de mayor concentración- se organizaron, otra vez, a través de las redes sociales, como sucedió el 13S (13 de septiembre). Ahora hubo más gente. En el Obelisco, donde se contabilizaron unas 700 mil, se triplicó la concurrencia. Se las califica como las mayores demostraciones contra el Gobierno en la era K.
No hubo miedo ni temor a las despectivas calificaciones lanzadas desde el kirchnerismo, como que eran participantes de «sectores de ultraderecha pagos» (Aníbal Fernández).
Hubo varias consignas, aunque los temas más mencionados fueron la inseguridad, la inflación y en contra de la re-reelección de la Presidenta, y también el rechazo al estilo de su gobierno (al que calificaron de autoritario y soberbio).
Fue también un mensaje a la oposición, algunos de cuyos dirigentes adhirieron, pero no participaron. Las críticas por temas locales (suba de impuestos, cortes de luz) fue para ellos, sin dudas.
¿Ahora quién conduce este descontento? Es el gran interrogante del día después. No tiene líderes visibles.
¿El Gobierno queda debilitado en cuanto a la voluntad popular que lo apoya? Sí, a sólo un año de haber obtenido el 54% de los votos se ha roto el contrato social entre Cristina Kirchner y ese enorme sector social (principalmente de clase media). Pero tiene elementos para restablecerlo, porque pese al estancamiento, aún no hay crisis económica ni política . Y cuenta con el apoyo de ciertos grupos políticos.
¿Que hará Cristina Kirchner? Un cambio de estilo la ayudaría. Lo contrario, sería asilarse y refugiarse en el grupo de aplaudidores profesionales y de militantes ideológicos que lejos están de conocer y responder a las necesidades sociales. Sin embargo, todas las interpretaciones políticas de estas horas apuntan a que «irá para adelante». Si es así, ¿habrá más confrontación social y en la calle?