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Por Gastón Utrera (Economista). Una política de tipos de cambio múltiples genera distintos efectos. Puede tener un impacto fiscal positivo (o negativo) cuando el tipo de cambio promedio de venta (el que pagan los importadores) es mayor (menor) que el de compra (el que reciben los exportadores).
Funciona como un sistema de subsidios e impuestos que alientan o desalientan distintas actividades productivas, favoreciéndose los sectores con tipo de cambio alto para sus productos (exportables o que compiten con importaciones) y tipo de cambio bajo para sus insumos.
Esta suele ser la motivación principal, y de hecho se ajusta a la postura de Axel Kicillof. Al menos es lo que escribió en un informe del CEDNA antes de ser funcionario (actual viceministro de Economía).
Suele utilizarse como un mecanismo para hacer frente a shocks externos negativos y transitorios, como ocurrió en casi todo el mundo durante la Gran Depresión. Ante un repentino deterioro de las cuentas externas, es recomendable evitar el ajuste utilizando reservas; con reservas insuficientes, es recomendable obtener financiamiento externo (el objetivo que dio origen al FMI); sin suficiente financiamiento externo, puede justificarse la utilización de tipos de cambios múltiples.
Pero esta justificación implica una medida transitoria, en situaciones muy concretas. Cuando en realidad los desequilibrios externos son consecuencia de políticas macroeconómicas imprudentes, lo óptimo no es utilizar tipos de cambios múltiples, sino corregir esas políticas.
El contexto actual de políticas inflacionarias, que tienden a impactar negativamente sobre la competitividad y, por lo tanto, sobre las cuentas externas, no requiere de tipos de cambios múltiples, lo que llevaría a un tipo de cambio comercial seguramente sobrevaluado y un tipo de cambio financiero distanciándose cada vez más. Y una brecha cambiaria grande implica fuertes distorsiones en los precios relativos, grandes incentivos a perforar controles y comprar dólares baratos para venderlos caros, y terreno fértil para la discrecionalidad y la corrupción.
De todos modos, la Presidenta dijo hace algunos meses que no esperáramos políticas de este tipo. Ah!, cierto, hace pocas semanas dijo que los acuerdos de precios no sirven para nada, y hoy tenemos acuerdos de precios.