Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Juan Turello. Quedan cinco semanas para la elección del 27 de octubre. Serán difíciles para trabajadores y empresarios, quienes desearían que los comicios fueran este domingo para concluir con la incertidumbre que desató el 11 de agosto.
Un presidente en ejercicio que no puede evitar el derrumbe y un virtual mandatario electo (Alberto Fernández) que no da pistas consistentes sobre cómo hará para revertir una crisis que repite los síntomas de la que heredó Mauricio Macri hace cuatro años, señala mi nota en La Voz. ¿Qué se puede esperar de la actual gestión y de la que podría encarar el candidato del Frente de Todos?
Macri dejará una base de datos similar a la que Cristina Fernández ocultó en 2015: inflación elevada (con un piso de 5% para septiembre y octubre); control de cambios (aún sin cepo para los particulares); tarifas de servicios públicos congeladas; precios de combustibles pesificados que ponen en jaque “el milagro” de Vaca Muerta y gasto público en alza, entre otros desafíos.
No es el balance que imaginó, pero es el que deja la crisis que no pudo dominar desde el 24 de abril de 2018, cuando JP Morgan alertó que la suba de tasas impediría el pago de la deuda. Para fondos internacionales y economistas, la advertencia sigue en pie.
Macri no pudo revertirla ni aún con el mayor préstamo de la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI): 57 mil millones de dólares. La deuda en el mercado local se reprogramó a seis meses y se lanzó un “reperfilamiento” para compromisos externos por 32 mil millones de dólares.
El Presupuesto 2020 presentado por el ministro Hernán Lacunza quedará para los libros de historia. Lo más cercano a la realidad es que este año concluirá con una caída del producto interno bruto (PIB) de 2,6% y con una inflación de 52,8%. Los resultados podrían ser peores. Juegan en contra la admisión de que la base monetaria pueda crecer 2,5% –más dinero en la calle- y por el ahogo de empresas y provincias para pagar sus obligaciones.
El panorama es preocupante, más allá de “la marcha” que emprenderá Macri y por la falta de señales claras de Alberto Fernández sobre cómo revertirá la crisis.
El diálogo que mantuvo en Córdoba con el influyente G-6, que reúne a las seis entidades empresarias más representativas de la provincia, no ayudó a despejar los interrogantes. Peor aún, los profundizó.
El candidato del Frente de Todos no es específico a la hora de hablar de economía, menos cuando afirma que con su gestión la inflación bajará y mejorará rápidamente el consumo, sin explicar qué políticas aplicará. En poco más de una semana, atravesará dos exámenes clave en Córdoba: el jueves 26, en Fundación Mediterránea, y el martes 1° de octubre, ante la UIC.
Necesita dar señales sobre los técnicos en los que se apoyará. Acaba de negar que le haya pedido “un plan” a Carlos Melconian, aunque reconoció que habla con él y con Guillermo Nielsen, con Emmanuel Álvarez Agis, con Cecilia Todesca, con Matías Kulfas… y siguen los nombres. Pero, ¿quién conduce?
En su paso por Córdoba, Alberto Fernández tuvo en el ámbito universitario la mayor satisfacción. Pero fue desacertado su desafío político al gobernador. “No necesito de Schiaretti para ganar la elección”, planteó apenas arribó a la provincia. Al final, terminó aludiendo a “la vieja amistad” que lo une con Schiaretti, y anticipó que trabajarán juntos para resolver los problemas del país.
El valor de un candidato, con grandes posibilidades de ser presidente electo, está en sus palabras.
Quedan cinco semanas para conocer definiciones más certeras -por parte de quienes aspiran a conducir el país- sobre cómo harán para resolver los grandes desafíos con los que la Argentina tropieza desde hace décadas.
Ahora, la dolarización extrema y una hiperinflación penden como serias amenazas.