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Por Rosa Bertino (Periodista especializada en Espectáculos). Aunque no pasa por sus mejores épocas, la televisión norteamericana sigue siendo muy superior a la nuestra. Fundamentalmente, se debe a que paga, y muy bien, por buenas ideas, buenos guiones, buenos pilotos, etcétera.
Cada año…
… se testean centenares de nuevas tiras cómicas o románticas. La búsqueda de talentos es una constante en el show business estadounidense.
De acá solemos mandar gente para que mire, vea … y copie. ¡Bah! … los Sebastián Ortega, Adrián Suar o Marcelo Tinelli no necesitan que nadie los mande. Van solos. Así han ido surgiendo las variantes locales de American Idol, que son las de Cantando o Bailando por un Sueño, Una voz para mi país, etcétera. Los formatos originales e, incluso, varias franquicias de estos certámenes con aficionados, son británicos. Catherine Fulop se trajo una versión aún más impresentable de Bachelorette, un reality en el que las chicas compiten por conseguir la aprobación de la madre del soltero. Un espanto.
Con las telenovelas ocurre algo parecido. En este rubro, Argentina toma más prestado de Centro América. Por ahí, los copiados somos nosotros, como ocurrió con Patito Feo y algunos productos de Cris Morena o del clan Del Boca. Como sea, la falta de innovación y originalidad en la TV nacional es tan ostensible como en la política.
Por supuesto, lo que pase en la política es mucho más grave, pero no olvidemos que la pantalla chica es un espejo de la sociedad. Deformado, pero espejo al fin. Además, parece tener un efecto contagio. Por ejemplo, la exitosa Graduados gira alrededor de un grupo de ex compañeros de secundario que no logran desprenderse de sí mismos, ni del pasado. En la clase política, a falta de ideas y referentes nuevos, los candidatos se aferran de ilustres finados y promueven insólitas alianzas post mórtem.
Ahora se usa hablar maravillas de Arturo Illia o Raúl Alfonsín, evitando recordar que la ciudadanía terminó dándoles la espalda. Mauricio Macri, uno de aquellos golden boy prohijados por Carlos Menem, participó efusivamente del homenaje al líder radical. Ni él ni Daniel Scioli ni el «Lole» Reutemann han vuelto a aproximarse al riojano. Lo más probable es que no lo hagan mientras esté vivo. En cambio, a sólo dos años de su partida, Néstor Kirchner fue recordado con actos, marchas y bustos en varios puntos del país. Uno se pregunta, ¿lo queríamos tanto a Néstor?
Es lo malo de la tendencia retro: te hace creer que todo pasado fue mejor.