Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. El presidente Alberto Fernández hace mal en recurrir a comparaciones con otros países. Ahora, lo hizo con Suecia. No sólo porque suena a jugada publicitaria, y porque no es ético ni prudente sacar ventajas de una pandemia. Además, es un error porque las comparaciones que hace el Presidente no necesariamente demuestran lo que él intenta justificar.
Las únicas comparaciones válidas en el escenario de la pandemia son las referidas a niveles de responsabilidad, de ética pública, de calidad democrática y de cooperación en la emergencia sanitaria que provocó el Covid-19.
Todo lo demás que se utilice como comparación, es vaporoso, discutible. Las zonas enigmáticas del virus y de la pandemia son aún tan grandes, que resulta aventurado predecir cuál política es más acertada y cuál no.
Está claro que presidentes como Jair Bolsonaro y Daniel Ortega, entre otros, están actuando con irresponsabilidad genocida. También liderazgos como el de Donald Trump dificultan la coordinación que se requiere para acotar las muertes.
Pero no está claro que tenga veracidad establecer comparaciones como las que hace Alberto Fernández. Más aún cuando busca resaltar lo logrado por las políticas adoptadas en la Argentina, al comparar cifras locales con las de países como Suecia.
Si se tienen en cuenta los indicadores de bienestar social, equidad, desarrollo económico, calidad democrática, ética pública y eficiencia estatal, afirmar que “si abrimos la economía, vamos a terminar como Suecia”, parece más bien una invitación a levantar la cuarentena.
Es una comparación absurda la de Alberto Fernández, porque la política de Suecia se basa en un análisis diferente del desarrollo de la pandemia.
Que haya interpretaciones diferentes del curso de los contagios de coronavirus, no quiere decir que hoy pueda establecerse cuál política sanitaria es la correcta y cuál la equivocada. A eso lo dirá el futuro, con el resultado final a la vista.
Además, la pandemia no se ajusta al concepto “país”. La expansión de un virus no tiene que ver con fronteras. Esa realidad tiene que ver con la dimensión de la carga de virus que han recibido los distintos espacios geográficos y con la densidad poblacional y los medios de transporte masivos de cada lugar.
Es absurdo, por ejemplo, concluir que Nebraska tiene mejor política sanitaria que Nueva York, guiándose por las cifras de contagiados y muertos en ambos estados norteamericanos. Por muchas razones, Nueva York recibió una ola de infectados proveniente de China, de Europa y de otros puntos del planeta inmensamente superior a la que pudo haber recibido Nebraska.
Por ser uno punto clave en la Nueva Ruta de la Seda de China, la Lombardía estuvo expuesta mucho más al arribo del virus que las regiones del sur de Italia.
Haría bien el Presidente si, en sus próximas exposiciones, elige otro modo de rebatir críticas y de explicar la razón de sus decisiones.
La comparación puede llevar a extravíos como considerar que Catamarca y Formosa tienen políticas muy superiores a las de otras provincias, y que las peores medidas son las que se han tomado en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense. Obviamente, no es así.
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El gobierno de Alberto Fernández, así como las administraciones de Horacio Rodríguez Larreta, Juan Schiaretti, Axel Kicillof y la mayoría de las provincias, hacen bien en mantener cuarentenas, porque de ese modo prolongan en el tiempo el crecimiento de contagios y evitan que colapse el sistema de salud.
En Suecia, la capacidad del sistema de salud pública es muchísimo mayor y mejor equipada, por lo que el gobierno sueco puede manejar los tiempos de otro modo.
Haría bien el Presidente si, en sus próximas exposiciones, elige otro modo de rebatir críticas y de explicar la razón de sus decisiones.