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Por Claudio Fantini.
Si cae el régimen, Siria podría dividirse, como ocurrió en China cuando el régimen derrotado por la revolución comunista se atrincheró en Taiwán, separándola hasta el día de hoy del resto del gigante asiático.
En Siria, la minoría alauita fue la elite del poder desde el golpe que entronizó a la familia Al Assad en 1970. Es el 12 por ciento de la población, contra el restante 70 por ciento, que representa a los sunitas. Si esa mayoría que sufrió marginación y represión finalmente, se impone en esta guerra civil, los alauitas podrían concentrarse en sus tierras ancestrales: el noroeste, donde están las ciudades costeras de Latakia y Tartús, fundando allí un Estado gobernado por lo que quede del régimen.
Eso evitaría el etnocidio que podría producirse si la mayoría triunfal se toma venganza. Los pogromos, masacres y deportaciones revanchistas abarcarían también a las minorías drusa y cristiana, acusada de haber colaborado con el régimen fundado por Hafez el Assad y hoy defendido a sangre y fuego por sus hijos Bashar y Maher.