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“La plata no alcanza”, es una definición que, lamentablemente, se ha potenciado en la pandemia. Según la consultora D’Alessio IROL, casi 3 de cada 4 familias de sectores medios estaban endeudadas a marzo último.
Durante esta crisis económica, es probable algunas personas acudan a un préstamo o tomen un crédito. Pero ¿qué deberían tener en cuenta? El tema fue abordado en Los Turello de bolsillo (LTDB), con la colaboración de José Simonella, presidente del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (CPCE) de Córdoba.
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Para Simonella, hay que considerar la expectativa de ingresos futuros del solicitante o de la familia, ya que el crédito que se pide puede comprometer -a futuro- los bienes de ese grupo.
Por supuesto, el valor de las cuotas y la tasa de interés son claves a la hora de decidir el endeudamiento. Pero no son las únicas variables a analizar.
¿Algo más? No sólo es importante la tasa nominal anual (TNA), sino el costo financiero total (CFT), que incluye la tasa efectiva que se pagará a lo largo de un año y, por caso, el seguro, que cobran algunas entidades.
Además, habrá que sumar los gastos administrativos que demanda tener una caja de ahorro o una cuenta corriente, cuando el préstamo se realiza a través de un banco.
“Lo primero que debe tener en cuenta quién toma un préstamo es saber si sus ingresos van a crecer a una forma parecida a la que está asumiendo el crédito”, apunta el titular del CPCE.
“De lo contrario -agrega Simonella- si los préstamos suben más rápido que los ingresos, formales e informales esperados, la cuota va a tener cada vez más incidencia”.
Al respecto, recordó que ésa fue la experiencia negativa que sufrieron los tomadores de créditos indexados por UVA. Al subir la cuota más allá de los ingresos, el monto se tornó impagable para miles de familias.
Es muy importante conocer si la tasa del crédito es fija o variable, y qué sistema de amortización se va a usar. En un país con alta inflación, siempre es más conveniente obtener un préstamo a tasa fija.
Por lo general, los créditos para consumo usan como sistema de amortización el llamado “sistema francés”.
En este sistema, primero se paga el interés y, luego, el capital. Son cuotas constantes, pero en la primera parte se paga casi en su totalidad el interés del préstamo y poco capital, mientras que en la parte final, es al revés.
El sistema francés puede generar dificultades si se dejan de pagar las cuotas, sobre todo las primeras, porque se seguirá debiendo el capital. En este caso, el reclamo del dador del crédito siempre se efectúa sobre el capital adeudado.
Los préstamos a través de Procrear o de la ANSES son los más convenientes, ya que, para el economista, incluyen algún tipo de subsidio encubierto del Estado para los tomadores.
“Son subsidios que se otorgan en forma de préstamo para no generar la reacción de los contribuyentes que ayudan a otorgarlos, pero que, a su vez, no tienen ningún tipo de beneficio”, apunta Simonella.
Y lo más importante: si el costo financiero del préstamo será mayor o menor al aumento esperado de los ingresos personales o del grupo familiar, porque eso va a determinar si es más pesada o más liviana la cuota a futuro.
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