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Por Claudio Fantini. El “Rusiagate” impactó en la cumbre del G20, que delibera en Buenos Aires. La agenda de Donald Trump se modificó sorpresivamente. Ya estaba en vuelo hacia Buenos Aires, cuando anunció que cancelaba la reunión bilateral que tenía prevista con Vladimir Putin. La excusa resultó poco creíble: el incidente naval entre Rusia y Ucrania.
¿Qué hay detrás de esa cancelación y los reales problemas que enfrenta en Estados Unidos por las investigaciones de la injerencia rusa en su elección presidencial. Veamos.
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Navíos rusos abrieron fuego e interceptaron a dos lanchas artilladas y un remolcador ucraniano que avanzaban desde el Mar Negro hacia el Mar de Azov, por el estrecho de Kerch. Y a pesar de los pedidos recibidos para que liberara a los marinos ucranianos apresados, Putin llegó a Buenos Aires sin que los marinos y las naves hubiesen sido liberados.
El incidente le permitió a Kiev recordarle al mundo que Rusia está ejecutando un expansionismo territorial sin que nadie le ponga límites, lo que le dio a Trump la excusa justa para cancelar su programado encuentro con el jefe del Kremlin.
Pero en la cumbre del G20 pocos habrán creído ese argumento, porque en la antesala del arribo del presidente norteamericano a Buenos Aires, estalló una bomba político-institucional en el marco del proceso conocido como “Rusiagate”.
Michael Cohen, el ex abogado y asesor de Trump que se encargaba hasta de las cosas más íntimas (como sobornar a la actriz porno Stormy Daniels para que no ventilara sus encuentros sexuales con el magnate neoyorquino), confesó que había mentido al Congreso para encubrir al presidente sobre su relación con Rusia durante la campaña electoral.
Desdiciéndose de lo que respondió bajo juramento, Cohen reveló que Trump había negociado con funcionarios rusos para la construcción de un rascacielos en Moscú hasta casi el final de las primarias republicanas. En su declaración, el abogado había sostenido que esas tratativas habían concluido antes del caucus (reunión electoral) de Iowa, que marca el comienzo de la competencia por la candidatura presidencial.
La confesión de Cohen agrega munición a la artillería con la que cuenta el fiscal general Robert Mueller sobre el caso de la injerencia rusa en las elecciones para favorecer a Trump. Ahora, Mueller está un par de pasos más cerca de lograr que se promueva un juicio político contra el presidente.
Esa parece la verdadera razón por la que Trump canceló su encuentro con Putin en Buenos Aires.
Lo más crucial de la actuación de Trump en el G20 será respecto a la guerra comercial con China. Xi Jinping quiere evitar ese conflicto, que ya está en la fase de las escaramuzas. Los negociadores de ambas potencias han arribado a un principio de acuerdo.
La pregunta es si a Trump le interesará ese acuerdo. Más que evitar la guerra comercial, a Trump le importa ser el presidente norteamericano que frenó el avance de China en el terreno de la digitalización económica.
Los progresos astronómicos que dio en los últimos cinco años acercan a China al liderazgo de la economía mundial. Y para Trump de lo que se trata, no es de evitar una guerra comercial de efectos negativos para el mundo, sino de evitar que China supere a los Estados Unidos en la puja por el liderazgo de la economía global.