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Por Juan Turello. José Simonella, titular del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Córdoba, se recostó sobre el sillón y lanzó una definición contundente: “Yo no me voy de vacaciones en enero”. No pocos imaginan que será complicado cualquiera sea el ganador del balottage. Y ponen el ojo en el tema del dólar, señala mi comentario dominical en La Voz del Interior.
“El primer semestre será complicado, y no creo que salgamos rápidamente del estancamiento”, completó su definición Simonella.
Dos meses atrás, los economistas Ricardo Arriazu y Nicolás Dujovne habían formulado un diagnóstico similar en la reunión de Fundación Mediterránea. Y sugirieron a los titulares de activos permanecer al frente de sus negocios en los meses del verano.
“No hay gradualismo exitoso; eso tiene cinco por ciento de posibilidades de éxito, a lo sumo dos o tres meses. Una política de shock requiere un fuerte liderazgo político, acuerdos de empresarios y gremios y respaldo crediticio externo”, fue el duro diagnóstico de Arriazu.
El debate sobre una inevitable devaluación divide a los argentinos, aunque es sólo la punta de iceberg de los problemas de la economía
¿Por qué el debate se concentra sólo en si es necesario devaluar o no? Mauricio Macri entiende que la economía necesita corregir un peso sobrevaluado en relación al dólar, que no acompañó a la inflación real. En palabras sencillas: hoy es más barato veranear en cualquier lugar del mundo que en la Argentina. Hasta los alimentos son más baratos en los supermercados de España, Italia y Alemania que en los grandes locales de nuestro país. La industria, el campo y las economías regionales no pueden vender sus productos en el exterior. Algo no está bien.
Daniel Scioli también comprende esta realidad, pero se escuda detrás de “la megadevaluación que propone Macri”. Él sabe que un Banco Central sin reservas reales no puede facilitar la importación de insumos para que la rueda industrial vuelva a andar: entre 70 y 80% de la producción fabril necesita de componentes importados.
El Gobierno les cerró el grifo a los importadores, pero en la primera quincena tiró al mercado 540 millones en “dólar ahorro” (77% de lo entregado en octubre) para evitar que la cotización del blue asuste a los votantes. Este esquema es insostenible
El presidente electo el próximo domingo debe formular un plan económico que, en lo básico, genere confianza. Este debería incluir una fuerte contención del déficit (300 mil millones este año); una emisión que supera en 40% la masa monetaria de un año atrás; contener la inflación del 25% anual y un tipo de cambio que facilite el ingreso de divisas para producir y pagar las obligaciones externas, que abrirán la puerta a créditos imprescindibles.
Ese plan requerirá de un amplio acuerdo económico y social (ya lo sugirió Arriazu), que incluya una racional adecuación de precios, salarios y tarifas.
Quizás el debate de esta noche permita desenmascarar la verdadera profundidad del iceberg, en cuyo extremo asoma la discusión sobre cuánto debe valer el dólar. En vacaciones, los argentinos estarán más pendientes de los datos en las pantallas que de los temas del verano.