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Por Claudio Fantini. ¿Se puede prohibir la inflación? ¿El desabastecimiento es sólo producto de la codicia empresarial y de un complot para voltear al gobierno de Venezuela ? En las próximas semanas se verá si los dos principales síntomas de la crisis son por las razones que expone Nicolás Maduro. O son, como dicen comerciantes y empresarios, la consecuencia inexorable de la falta de dólares para sostener los niveles de importación que el país necesita para el consumo interno.
Frente a comercios intervenidos, venezolanos pugnan por comprar productos rebajados.
Foto: La Tercera.
«Precios Justos»: 2 argumentos
Maduro lanzó la campaña «precios justos».
● 1) Según el sucesor de Hugo Chávez, los importadores reciben la cantidad suficiente de divisas a precio oficial para la compra de productos extranjeros, pero usan sólo parte de ese dinero y guardan el resto en cuentas personales. De ese modo, producen la falta de productos que eleva los precios y provoca desabastecimiento.
● 2) Comerciantes y empresarios dicen que reciben pocos dólares al precio oficial, por lo que deben adquirir el resto en el mercado paralelo, en el que la divisa cotiza a precios estratosféricos. Por lo tanto, deben vender más caro y una menor cantidad de bienes.
Posiblemente haya parte de razón en los dos argumentos expuestos.
Lo cierto es que las postales venezolanas de estos días, con saqueos de negocios instigados desde el gobierno, las milicias y los grupos paraestatales, que ocupan por la fuerza los locales comerciales y venden a precios fijados por Maduro, y las detenciones y encarcelamiento de comerciantes y empresarios acusados de usura y acaparamiento, evocan los pogromos de mediados del siglo 20 en Europa Central.
¿Cuántos de los comerciantes encarcelados eran realmente usureros y acaparadores; y cuántos sencillamente no pudieron adquirir divisas al precio oficial y, por ende, no tuvieron otra alternativa que vender a precios más caros?
Lo que está claro es que difícilmente muchos comerciantes quieran reabrir sus negocios después que fueron saqueados por hordas instigadas desde el gobierno o manejadas por milicias chavistas.
Venezuela parece transitar por los umbrales de la colectivización del comercio, como la que vivió Cuba en la década de 1970. Igual que la isla de los Castro, el país caribeño tendrá que imponer tarjeta de racionamiento, el disfraz con el que los sistemas colectivistas de planificación centralizada ocultan el desabastecimiento.
Sucede que así como la revolución cubana no cambió la matriz monoproducto (el azúcar), la Venezuela chavista también siguió parada sobre su única producción nacional (el petróleo). En el último Congreso del Partido Comunista Cubano, hubo una autocrítica: el Estado no debió apropiarse de la pequeña empresa ni de los comercios. Pero Maduro está enfilando a Venezuela en esa dirección.
Los siguientes pasos serían la extinción del comercio privado, la colectivización forzosa y las tarjetas de razonamiento por la caída en las importaciones de alimentos y demás productos, consecuencia de la falta de inversión en PDVSA y la caída de su producción.■