Medios, censura e hipocresía a propósito de Víctor Hugo

Publicado: 22/11/2017 // Comentarios: 0

Por Claudio Fantini. El único despido de Víctor Hugo Morales en el que clara e indudablemente la decisión se tomó en la Presidencia y la razón fue censurarlo, ocurrió en el 2006. Néstor Kirchner lo hizo echar de Canal 7, la Televisión Pública de la década kirchnerista, porque en “Desayuno” -el programa que conducía- había criticado el manejo que estaba haciendo del conflicto por las papeleras con el gobierno de Uruguay .

Víctor Hugo Morales recibió el apoyo del kirchnerismo por su despido de C5N. El sector no lo respaldó cuando Néstor Kirchner lo echó de la Televisión Pública | Foto: clarin.com

En el kirchnerismo nadie dijo «ni mu». No se habló de censura ni hubo actos de solidaridad con el profesional al que habían sacado del aire por cuestionar la desmesurada y agresiva presión de Kirchner sobre Tabaré Vázquez.

A pesar de haber sufrido semejante acto de censura, Morales fue parte del silencio que rodeó el despido sufrido por Juan Miceli. El periodista fue echado de la Televisión Pública por haber preguntado a Andrés “el Cuervo” Larroque por qué los militantes de La Cámpora usaban las pecheras partidarias mientras realizaban en La Plata actividades de ayuda a los inundados en 2014.

En cámara, Larroque había mirado con furia al cronista de Canal 7 y había esbozado una nítida amenaza. Aún así, a la solidaridad y el apoyo a Miceli no lo recibió del periodismo militante ni la dirigencia kirchnerista, sino de la vereda de enfrente.

La lista de despidos por ser “de otro palo” creció cuando las empresas “amigas del poder político” que multiplicaron desmedidamente sus ingresos con la obra pública, compraron medios de comunicación y pusieron sus líneas editoriales a favor del gobierno kirchnerista.

Nelson Castro y Marcelo Longobardi fueron casos paradigmáticos de esa larga lista de despidos que se daban en todos los medios sostenidos desde las arcas nacionales en todo el país.

Vladimir Putin fue un impulsor de la política de bendecir con obra pública a empresarios cercanos, exigiendo a cambio que compraran medios y pusieran sus líneas editoriales a defender el gobierno y a lapidar a sus críticos.

El modelo ruso, aplicado por varios liderazgos populistas en la región, incluía inundar de publicidad oficial los medios aliados, hasta convertirlos en adictos a la pauta oficial, para que dependieran de ella por siempre. El problema llegaría si ese gobierno terminaba.

Con estructuras empresariales agigantadas por una pauta oficial sin relación con las audiencias o el tiraje, los medios K se cayeron ni bien se cortó el dinero de las arcas públicas.

No hay forma de no ver algo tan evidente. No hay forma de no percibir la gigantesca hipocresía de quienes reclaman para los propios lo que no reclamaron para los otros, y ni siquiera para los propios cuando fueron víctimas de purgas internas del liderazgo que veneraban.

Seguramente Macri prefiere coros de ángeles en lugar de voces críticas, pero la política que lleva tiempo beneficiándolo y fue elaborada por Durán Barba, es mantener a Cristina Kirchner como principal oponente. De tal modo, todo lo que sea cristinismo puro y duro en los medios, lo beneficia.

Que el gobierno haga echar a Víctor Hugo Morales no concuerda con esa política que visiblemente viene ejecutando y  coloca al cristinismo como única y verdadera contracara.

Más lógica tendría que presione para que sean silenciados periodistas como Hugo Alconada Mon o Ernesto Tenembaun, entre otros, que han sido duros críticos y denunciantes del kirchnerismo, y que hoy también critican y denuncian lo que consideran criticable y denunciable.

Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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