Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. El mercenario cobra por ir a combatir, sabiendo que en el combate puede perder la vida. A eso fueron este lunes los activistas violentos. Las piedras y bulones que arrojaban ganando el centro de todas las coberturas periodísticas y, por ende, dejando fuera de todas las pantallas a la multitudinaria protesta de jubilados, no eran un error de ellos.
Lo más lógico es suponer que se mantuvieron cumpliendo las órdenes de quien les pagó, que por cierto no fueron las organizaciones de jubilados, que rechazan la reforma que les mete la mano en los bolsilloa. También es lógico suponer que quien les pagó quiere muertos en las calles, para que Mauricio Macri caiga como cayó Fernando De la Rúa.
El mercenario fue honesto con su contratador. Fue a buscar una reacción policial que pusiera en riesgo su propia vida. Mejor si el muerto es otro, pero al riesgo lo corre para ganarse la paga.
Al error lo cometió el pagador, porque la centralidad en el escenario de la protesta y, sobre todo, la ostentación de violencia energúmena que hicieron sus mercenarios, terminó ocultando la protesta pacífica de miles y miles de personas que tienen razones para rechazar la reforma previsional.
También resaltó el carácter ridículo de los discursos de José Luis Gioja, Agustín Rossi y Leopoldo Moreau, entre otros diputados kirchneristas que trataron de hacer tiempo hasta que haya uno o varios muertos, o por lo menos centenares de manifestantes gravemente heridos.
“Están cagando a palos a nuestra gente”, dijo Gioja, como asumiendo como propios a los activistas más violentos, en un lapsus provocado por su propia negligencia y por la presión a la que está sometido por su jefa.
Cristina Kirchner necesita que arda la ciudad y en esa hoguera muera incinerado el Gobierno actual. Lo necesita porque el liderazgo que moldeó desde el poder está hecho para permanecer en el poder, ya que en el llano se extingue y queda a meced de los jueces oportunistas dispuestos a ver en ex gobernantes toda la corrupción que fingían no ver cuando gobernaban.
Cristina logró que Gioja, Rossi, Moreau y muchos otros se inmolen por ella. Esos bonzos deben ser parte de la hoguera que incendie el país para que el poder de Macri quede reducido a cenizas.
El problema es que los mercenarios que fueron a ganarse la paga batallando y los ridículos discursos de los escuderos de Cristina en el Congreso, terminaron siendo funcionales a un recorte del déficit sumamente cuestionable.
Los mejores voceros del Gobierno no lograron convencer a la sociedad de que no están quitando recursos a los jubilados en busca de ajustes que se podrían lograr tocando otros bolsillos más hondos y repletos.
Para su controvertida reforma, el Gobierno contó con el error táctico y estratégico de quienes organizaron y pagaron a las hordas.
Los que tiraban piedras arrancadas de veredas y de fuentes, no son idiotas sueltos que se encontraron por casualidad en las cercanías del Congreso. Obviamente, no actuaron para defender a los jubilados, a cuyas manifestaciones taparon con sus batallas campales.
Lo que hicieron los activistas violentos fue cumplir órdenes de quienes necesitan que estalle todo, apostando a que ese estallido produzca los muertos que derriben a Macri.
Lo explicó por twitter una “Cristina” trucha, que es tan cómica como lúcida: “Como lo de hasta ahora no nos sirve, Rossi está negociando para ver si cada quince heridos nos pueden anotar un muerto”.
Como lo de hasta ahora no nos sirve, Rossi está negociando para ver si cada quince heridos nos pueden anotar un muerto.
— Cristina Fernández (@CFKexPresidenta) 18 de diciembre de 2017