Por Juan Turello. Por momentos, Argentina suele estar aislada del resto del mundo en...
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Por Claudio Fantini. Es imposible tener certeza sobre lo que dirán las urnas el domingo del #Ballotage2015. La particularidad es que los posibles resultados van desde una victoria amplísima de Mauricio Macri hasta un triunfo ajustado de Daniel Scioli. ¿Por qué?
¿Por qué si es posible que Macri logre una victoria abrumadora, también es factible que pierda? ¿Se pueden equivocar o estar mintiendo todas las encuestas que dan una ventaja promedio de ocho puntos a Cambiemos?
Sí, es posible. ¿Por qué? Porque la campaña de Scioli usó un arma imperceptible y de efecto retardado: instalar mediante un goteo constante, que el macrismo no supo replicar, que “el cambio es el ajuste”.
Las encuestas posteriores al debate pueden haber recogido, efectivamente, una ventaja de Macri. Pero el efecto del tipo de armas dialécticas que usó Scioli, no es inmediato.
Mucha gente puede estar harta del kirchnerismo y de la “egocracia” de Cristina Kirchner, y puede manifestarse ante el encuestador desde ese hartazgo. Pero no está dispuesta a ver reducida su capacidad de consumo o contraer el temor por su fuente de trabajo. En esa gente, el impacto del goteo repitiendo “el cambio es el ajuste” se verá recién cuando esté frente a la urna.
Esto no implica sostener que Scioli lleva la delantera. Implica, que el oficialismo tuvo una estrategia ofensiva para la que la oposición no supo desplegar una clara estrategia defensiva. Y el resultado de esa batalla que se está librando en la cabeza, la conciencia y el estómago de los argentinos se verá recién en el escrutinio.
Hubo una banalización del efecto miedo impulsado por el oficialismo, que descuidó la letalidad del mensaje “el cambio es el ajuste”.
El domingo, en el #Ballotage2015, se baten a duelo el hartazgo contra el miedo. Y sólo las urnas dirán quién gana.