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Por Claudio Fantini. Ni Macri ni Rodríguez Larreta ni nadie en la dirigencia del PRO dijo lo que único que tenían que decir para que el 51% obtenido en las urnas sonara a victoria, y no a derrota frente al triunfal 48% de Martín Lousteau en la noche del domingo, cuando concluyó la elección para jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
Bailaron sobre el escenario entre globos y repitieron como discos rayados que la segunda vuelta se gana con la mitad más uno del electorado, y que fueron ellos los que la obtuvieron.
Repitieron como loros que los porteños habían premiado su gestión porque le reconocen todo lo que hicieron “por la gente”.
❝Lousteau tenía a su alrededor muchos más micrófonos que los que tiene un perdedor❞.
Pero a la misma anoche, iba creciendo la imagen de quien logró al cierre el 48% de los sufragios. Lousteau tenía a su alrededor muchos más micrófonos de los que tiene un perdedor, mientras que los ganadores se encontraban con preguntas que los obligaban a explicar por qué habían sido ellos, y no el candidato de ECO, quienes habían triunfado en la capital del país.
La razón era obvia y estaba a la vista de todos. Lousteau entró al ballotage superando holgadamente al multimillonario y gigantesco aparato que el gobierno nacional había puesto al servicio del candidato de Cristina y el FPV: Mariano Recalde.
Y en la segunda vuelta, esa fuerza novedosa que aglutina a una parte del radicalismo, el socialismo y la Coalición Cívica en torno a la figura alta y delgada del ex ministro de Economía y a la figura pequeña y respetable de Graciela Ocaña, enfrentó la maquinaria publicitaria del Gobierno de la ciudad puesta al servicio de Horacio Rodríguez Larreta.
Si bien el 46% de la primera vuelta fue un gran resultado del PRO, el 51% obtenido en el ballotage no es más significativo que el 48% de ECO.
PRO ya es una marca impuesta, en cambio ECO es una sigla apenas conocida por lo nueva. Sin embargo, obtuvieron un resultado con imagen de epopeya. La paradoja fue que al triunfo del PRO lo derrotó la derrota de ECO.
Por eso había una sola explicación que Macri y su gente debieron repetir hasta el cansancio cuando le preguntaban la razón de esos escuálidos tres puntos de diferencia. Debían elogiar a Martín Lousteau. Debían valorizar el 51% destacando la calidad intelectual del contrincante y la calidad ética de ECO, el espacio que conformó en tiempo récord.
Elogiando al contrincante, habrían categorizado su victoria mostrándola como un importante triunfo.
El domingo ganó Rodríguez Larreta, pero quien quedó consagrado fue Martín Lousteau.
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