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Por Claudio Fantini. Turquía evitó un golpe de Estado, pero falta ver si podrá evitar una profundización del autoritarismo del presidente Recep Tayyip Erdogán . Los ciudadanos de Ankara y Estambul ganaron la calle para evitar que se imponga la asonada militar.Al igual que los moscovitas cuando hicieron fracasar el golpe del KGB contra Gorbachov, colmando las calles y rodeando los tanques,
❝Erdogán lleva años en una deriva autoritaria que ahora podría incrementarse, con la excusa que le regalaron los militares complotados para derrocarlo.❞
También las potencias aportaron al fracaso de los golpistas, al cerrar filas en defensa de las autoridades elegidas en las urnas. Pero eso no implica que, tanto las potencias de occidente como gran parte de los jóvenes que evitaron en las calles la caída del gobierno, no tengan en claro que Erdogán lleva años en una deriva autoritaria que ahora podría incrementarse, con la excusa que le regalaron los militares complotados para derrocarlo.
Un sector trasnochado del Ejército quiso recuperar el rol que le dio Ataturk al crear la República sobre las ruinas del Imperio Otomano. Los militares actuaban como regentes del Estado y removían autoridades democráticamente elegidas cada vez que lo consideraban necesario. Eso hizo en 1960 el general Güsel. También ocurrió en 1971, cuando cayó el gobierno de Suleymán Demirel y nueve años después, cuando tomó el poder el general Kenan Evrén.
La sociedad turca acaba de demostrar que no hay marcha atrás en cuanto al rol del ejército. Pero falta ver si el autoritarismo de Erdogán finaliza o, por el contrario, se acrecienta. La primera señal es preocupante: acusó al imán Fethullah Gülen de haber instigado la rebelión militar.
Gülen es un religioso moderado que colaboró en la creación del Partido Justicia y Desarrollo, con el que llegaron al poder Erdogán y el anterior presidente, Abdulá Gül. Pero cuando el diario “Zaman” y otros medios de la fundación que dirige el célebre erudito del Islam, empezaron a denunciar la corrupción del gobierno, Erdogán comenzó a perseguirlos y censurarlos.
Gülen tuvo que exiliarse en Estados Unidos y el gobierno decretó la intervención del diario Zaman.
La corrupción y el autoritarismo no son un invento de los adversarios de Erdogán. Por eso, la primera reacción del presidente tras el fallido complot, podría ser una señal de que aprovechará la situación para profundizar el autoritarismo, en lugar de fortalecer la democracia que los ciudadanos turcos salvaron en las calles, enfrentando a los tanques del ejército.