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Por Claudio Fantini (Periodista, politólogo y docente de la UES 21): Comenzó a dejar el poder. La escena fue nítida cuando se lo oyó el fin de semana pedir el apoyo y el voto para Nicolás Maduro no deja lugar a dudas. Hugo Rafael Chávez Frías (foto) volvió a un quirófano en Cuba, pero esta vez equivalió a irse del gobierno.
En las anteriores intervenciones quirúrgicas, llevó consigo el cargo a la sala de operaciones. Ergo, puso la presidencia bajo anestesia y en un país extranjero, en lugar de delegar el poder en su vicepresidente Elías Jagua. En cambio, ahora designó a su fiel canciller como vicepresidente y, cuando los últimos diagnósticos corroboraron lo que se presentía, pidió a los chavistas que respalden su candidatura y a los venezolanos que lo voten como nuevo presidente. O sea, ungió a su sucesor, quien a partir de ese momento inició el proceso de construcción de su propio liderazgo.
El acontecimiento de gran trascendencia política parece revelar también que el líder bolivariano mintió antes y durante la campaña electoral. En todo momento aseguró que quienes decían que su enfermedad era grave, mentían. Gritó a los cuatro vientos que eran falsas las afirmaciones de que su salud era lo suficientemente frágil como para impedirle continuar en la jefatura de Estado. Repitió hasta el cansancio que ese médico que, desde Miami, decía saber por altas fuentes médicas cubanas que el tipo de cáncer del presidente podía en cualquier momento ingresar en fase terminal, mentía por estar al servicio de la CIA y del imperialismo, siempre deseosos de hundir su revolución.
Ahora parece estar claro que quien mentía era Chávez.
No pudo demorar lo suficiente como para disimular semejante ocultamiento de la verdad. Ni siquiera llegó asumir el mandato para el que acaban de elegirlo. El anuncio realizado este fin de semana, en la antesala de su partida a Cuba, equivale a admitir que eran falsos los diagnósticos publicados en repetidas oportunidades antes y durante la campaña electoral, según los cuales la enfermedad había desaparecido y la salud de Chávez le garantizaba el cumplimiento del nuevo mandato.
Se la podría considerar una mentira heroica. Al fin de cuentas, en semejante situación cualquiera dejaría todo y sólo se preocuparía por intentar mantenerse vivo. En cambio, el exuberante líder bolivariano habría usado fuerzas que no tiene para actuar una salud que tampoco tiene. ¿Por qué? Porque las encuestas decían que el chavismo ganaba con Chávez, pero Enrique Capriles podía vencer a cualquier otro candidato que no fuera el impulsor de la revolución bolivariana.
¿Podrá Nicolás Maduro convertir la unción que acaba de recibir del mismísimo Chávez en una carta de triunfo? ¿O las urnas sacarán al chavismo del poder?
Sucede que la Constitución bolivariana, quizá para evitar tener vicepresidentes que conspiren para quedarse con el poder, establece que si el primer mandatario no puede continuar en el cargo, deben realizarse nuevas elecciones a los 30 días de que cese en sus funciones. Por lo tanto, si esta partida hacia un quirófano cubano implica efectivamente un no retorno de Chávez al Palacio de Miraflores, Capriles podría lograr en los próximos meses lo que no consiguió en la elección presidencial de octubre.