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Por Claudio Fantini. De alquimias y traiciones. De eso se trata la definición de los candidatos para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). El PRO traicionó a Facundo Manes y Jorge Taiana traicionó a Florencio Randazzo. La apuesta de alto riesgo del macrismo -impulsada por Jaime Durán Barba- contra Cristina Kirchner.
Cambiemos estaba haciendo algo positivo: llevar como candidato a un científico -Manes es un neurocientífico destacado que creó el Instituto de Neurología Cognitiva y preside una fundación y una universidad- resultaba ejemplificador.
Pero, a último momento, el PRO incumplió el compromiso asumido con Manes y lo reemplazó como cabeza de lista por Esteban Bullrich, en quien sólo el grupo que rodea al presidente Macri ve un genial ministro de Educación con competitividad electoral en un distrito plagado de docentes indignados con los gobiernos provincial y nacional.
A su vez, Taiana estaba mostrando dignidad al desafiar a Cristina Kirchner, quien lo echó mal y sin causa del Gobierno que encabezaba, achacándole no ser “leal como (Amado) Boudou”.
Coherente con aquella traumática ruptura que le impuso Cristina, el ex canciller apoyaba a Florencio Randazzo desde el justicialismo y el Movimiento Evita. Pero cuando su antigua castigadora lo llamó para ser segundo candidato a senador, traicionó sin pudor al espacio político que lo contenía.
En octubre se sabrá si el esfuerzo que hizo el macrismo para darle centralidad a Cristina, en detrimento de Massa, es un experimento acertado o un error monumental.
Pero lo más relevante es la candidatura de Cristina Kirchner, en una lista que corrobora la tendencia a “desnestorizar” para “cristinizar” al kirchnerismo. En octubre se sabrá si esta coronación del esfuerzo que hizo el macrismo para darle centralidad a Cristina, en detrimento de Sergio Massa, es un experimento acertado o, por el contrario, es un error monumental.
Salvo que Randazzo le saque una porción significativa de votos y que Massa logre tener efecto diciendo que Cristina se postula para que los fueros y un potencial retorno al poder le den el blindaje que la proteja de las denuncias de corrupción que la asedian, la centralidad que el macrismo -guiado por Jaime Durán Barba- le dio a la ex presidenta puede ser un tiro por la culata.
Si Cristina sale primera en el distrito donde compite, no importará que a nivel nacional el kirchnerismo se muestre casi extinguido. Si eso ocurre, será la diva del Congreso y cada entrada suya al edificio legislativo será acompañada por un enjambre de micrófonos y cámaras. El Congreso será un escenario donde puede mantener vigente la expectativa de un retorno a la Presidencia en 2019.
La meta que se propuso Cristina en las elecciones de este año no es para nada inalcanzable. Y si la alcanza, los inversores seguirán mirando la economía desde afuera, lo que prolongará la magra performance económica del gobierno de Mauricio Macri.
Creer en las alquimias de Durán Barba puede costarle caro al Gobierno. De momento, darle centralidad a Cristina para hacer el juego maniqueo de plantear la cuestión en términos de “pasado o futuro”, mantiene en pie la posibilidad “de retorno al populismo” que los analistas económicos muestran como causa de la falta de inversiones.
Si en lugar de esa apuesta irresponsable, se hubiera impulsado un gran acuerdo que abarque desde Massa y Stolbizer hasta Pichetto, pasando por Schiaretti, Urtubey y otros gobernadores peronistas, además de incluir a los socialistas de Santa Fe, los inversores hubieran recibido una fuerte señal y Cristina abría quedado en un segundo plano.
Por el contrario, la apuesta que hizo el macrismo puso a Cristina en el centro del escenario.