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  • Macri y Cristina, reaseguro contra los antisistema

    Publicado: 23/10/2018 // Comentarios: 0

    Por Claudio Fantini. Como protagonistas principales de la política argentina, Mauricio Macri y Cristina Kirchner pueden tener una utilidad más allá de ellos mismos. Está claro que son mutuamente funcionales. A Macri le sirve que la principal figura opositora sea Cristina, tanto como a Cristina le sirve que el presidente sea Macri. Pero, ¿qué sucede con los candidatos antisistema, tan populares en otros países? Veamos.

    Macri y Cristina Kirchner siguen siendo protagonistas excluyentes de la política argentina | Foto: archivo Turello.com.ar

    Es posible que más allá de esa mutua utilidad, el protagonismo de ambos monopolizando el escenario político resulte útil a la institucionalidad vigente en la medida en que cierre el paso al protagonismo de la política en buena parte del mundo: el antisistema.

    Si un personaje como Jair Bolsonaro pudo liquidar la dirigencia política brasileña, con un discurso violento y repugnante, sólo por haberse presentado como la contracara de los partidos que gobernaron al gigante sudamericano desde el final de la dictadura militar, ¿por qué Argentina estaría a salvo de un fenómeno de ese tipo?

    En la Argentina, los votos que no van a Cristina van a Macri y los que no van a Macri, van a Cristina.

    Son Macri y Cristina los reaseguros de que el exponente de la demagogia antisistema que campea en las urnas de tantos países, no irrumpa en la Argentina con alguna versión violenta y extremista como sucedió en Brasil.

    La ecuación funciona de este modo porque una parte significativa del electorado no percibe al macrismo como una opción moderada, sino como expresión pura y dura del neoliberalismo conservador y autoritario, mientras que la porción contrapuesta percibe al kirchnerismo como un populismo radicalizado, agresivo y fuertemente autoritario.

    Muchos dudan de que la ecuación Macri-Cristina sea invulnerable. Algunos ensayan para presentarse en los comicios de 2019 como la versión argentina de Bolsonaro. Sería el caso del grotesco diputado salteño Alfredo Olmedo.

    También hay aprontes en la vereda de la ortodoxia económica, donde las voces que critican el populismo kirchnerista, también son lapidarios con Macri, consideran que el voto de una porción muy grande de argentinos desconformes con el kirchnerismo y también con el macrismo, pueda canalizarse a través de ellos, rompiendo la bipolaridad vigente.

    También la izquierda radicalizada siente que el hartazgo con la corrupción autoritaria del kirchnerismo y la inutilidad del gobierno de Cambiemos para manejar la economía, les da una oportunidad de oro para ser la gran sorpresa electoral.

    En algo no se equivocan. El hartazgo social con las ofertas políticas suele no canalizarse de manera racional, sino todo lo contrario. El voto hartazgo busca lo impresentable. Por eso ganó Donald Trump, el filipino Duterte y tantos otros que se presentaron al electorado sin más propuesta que la de patear el tablero.

    Esto desalienta, por ejemplo, que personas brillantes que no pertenecen al mundo de la política y representan un nivel de racionalidad, equilibrio, decencia, cultura e inteligencia superiores a la que exhibe la dirigencia política, puedan ser las que irrumpan en el mercado electoral y se conviertan en la gran sorpresa de las urnas.

    Sería el caso, por ejemplo, de Facundo Manes o alguien por el estilo. Que haya más políticos (peronistas y macristas) intentando convencer a Marcelo Tinelli que al lúcido y equilibrado neurocientífico que creó el Instituto de Neurología Cognitiva.

    Los tiempos de hartazgo, decepción y descreimiento son más propensos a engendrar espantos demagógicos que a llevar al poder a los mejores exponentes de la inteligencia y la decencia.

    En términos políticos, cotiza más lo impresentable y grotesco que el prestigio y la lucidez más deslumbrante.

    Personajes como Olmedo se atreven a lanzarse y a invitar como compañero de fórmula a Baby Etchecopar; a que un sindicalista turbio y agresivo como Hugo Moyano busque la bendición del papa Francisco y de las iglesias evangélicas (él es de una de ellas) para animarse a su postulación.

    El viento de época favorece a extremistas e impresentables. Más razón aún para buscar, más allá del macrismo y del kirchnerismo, alguien que represente un modelo de decencia, conocimiento y racionalidad.

    Politólogo y periodista. Analista político en medios argentinos y del exterior. Profesor y mentor de Ciencia Política en la Universidad Empresarial Siglo 21 (UES21). Autor de varios libros, el último de los cuales es la La Gravedad del Silencio.

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